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miércoles, 18 de febrero de 2015

CRÍTICA LA ISLA MÍNIMA (2014), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: España, 1.980. Dos policías ideológicamente opuestos son enviados desde Madrid a un remoto pueblo de Andalucía, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino a sus propios fantasmas.

Si “Interstellar” parece una mescla de “Solaris” y “2.001: Una odisea del espacio”, es imposible no entender “La isla mínima” no sólo como una mescla sino incluso como otra versión de “True detective”, “Monster” (la serie anime de Naoki Urasawa, no el film de Patty Jenkins), “Memories of murder” y “Arde Mississippi”. Hay incluso escenas calcadas.

No por eso el sexto film de Alberto Rodríguez se ve afectado de forma negativa, todo lo contrario, es loable que el director sevillano (cofirmante también del guión) haya utilizado las mejores obras del thriller de investigación para ofrecer un resultado magistral, impresionante y espectacular en un género que, lamentablemente, el cine español ha tratado en escasas ocasiones, y no siempre de forma acertada. La nueva película de Alberto Rodríguez viene a corregir esa carencia del cine español, y darle una oportunidad de equipararlo a cinematografías que arriesgan más inversión y logística de producción en films de éste género, como el cine francés o el cine surcoreano.

En “La isla mínima” Rodríguez recurre a temas que ya trató en “Grupo 7”, como la brutalidad policial, el tráfico de drogas, y ambientes miserables dónde malvive la gente. Y son temas que retrata muy bien, con credibilidad y verosimilitud. Demuestra tener una idea muy clara y fija de cómo transmitir esos aspectos. En éste sentido Rodríguez se parece mucho a Bong Joon-ho, siempre busca la manera de hablar de temas concretos, y lo hace de manera que formen parte de la historia que cuenta el film.


También es muy interesante como Rodríguez presenta el contexto en el que se ambiente la historia del film. Nos encontramos en plena transición, en la España post-franquista, a sólo meses del intento de golpe de estado del 23-F. Ya se ha aprobado y votado una Constitución y, teóricamente, España es una democracia. Pero aún existen resquicios de la época franquista, y que Rodríguez muestra de manera ingeniosa con pequeños detalles. Como bien explica Juan, el personaje interpretado en el film por Javier Gutiérrez: “éste país no es democrático, no está acostumbrado”.

Está muy bien que esa frase la diga el personaje de Juan, porque él es un policía de la dictadura, que se avergüenza de su pasado al servicio de la brigada político-social, se siente atormentado por sus pecados del pasado. Él no es un facha, sino el producto de un entorno político-social fascista, un desgraciado moldeado por el momento de la historia que le ha tocado vivir. ¿Quién mejor que ese personaje para reconocer la carencia de democracia en España? No sólo entonces, también ahora. Por eso es tan extraordinario el personaje de Juan. Su brutalidad y su deshonestidad sirven como reflejo de lo poco que ha cambiado España políticamente, sólo de fachada, sigue siendo tan poco democrática como lo era hace treinta y cinco años.

La película está realizada de forma brillante. La fotografía es espectacular, hay movimientos de cámara que son impresionantes. Las tonalidades de grises y marrones que luce el film son muy acertadas, no sólo en el talonaje, sino en los escenarios, en general, y en el vestuario. Una composición musical buenísima y un sonido bien diseñado, toda la banda sonora en general está montada para mantener en tensión al espectador. El diseño y la logística de producción son asombrosos. El montaje le da a la película un buen ritmo, ni lento ni acelerado, le da el ritmo que demanda el film. Todos los actores están fabulosos, salvo Jesús Castro, que aquí demuestra que su mayor mérito interpretativo es tener cara de Steve McQueen, pero eso no afecta negativamente al conjunto. Resalta mucho que todos los que han participado en “La isla mínima” se lo han currado muchísimo y han dado lo mejor de sí, todos los aspectos se han cuidado lo máximo que lo han sabido hacer, y eso hace que la película luzca tan bien.

“La isla mínima” resulta una película de visionado ineludible, a la altura de “Touch of evil”, una de las mejores propuestas del pasado año y una gozada de principio a fin.

Mi calificación es: