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sábado, 10 de octubre de 2020

CRÍTICA MONSTER (2004), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: El Dr. Kenzo Tenma es un prometedor neurocirujano japonés que ejerce en el Eisler Memorial de Dusseldorf a mediados de los 80. Lo tiene todo en la vida; un trabajo que le apasiona y en el que demuestra una habilidad increíble, y una novia rica y guapa. Sin embargo, un día decide ignorar una orden del director del hospital (y padre de su novia), y salva un niño desconocido que recibió un disparo en la cabeza en lugar de la vida del alcalde de la ciudad. Como consecuencia de esto, pierde la oportunidad de ascender y su novia le deja. Poco después, tras la misteriosa desaparición del niño, los médicos que se beneficiaron y se aprovecharon de Tenma aparecen muertos y él se convierte en el principal sospechoso. 

Nueve años después, Tenma, que sigue como neurocirujano en el Eisler Memorial, opera un delincuente que días después escapa del hospital. Al perseguirle hasta un edificio en obras, Tenma ve a un joven rubio que ejecuta al delincuente delante de él de un tiro en la cabeza. Tenma reconoce a ese joven rubio como Johan, el niño al que salvó nueve años antes, y que es el responsable de una serie de asesinatos de matrimonios de mediana edad por toda Alemania. Nuevas muertes ocurren alrededor de Tenma causadas directa o indirectamente por Johan, pero la policía sospecha de Tenma igual que hace nueve años. Tenma viajará por toda Alemania, e incluso a la República Checa, para atrapar al “monstruo”, y matarlo, para que no siga causando más muerte a su alrededor. Investigando, Tenma descubrirá hechos terroríficos ocurridos en la antigua RDA que provocaron la existencia del “monstruo”, cuyo nombre es Johan. 

“Monster” es una serie japonesa de anime realizada por Masayuki Kojima que, a lo largo de 74 capítulos, adapta el manga del mismo título, escrito e ilustrado por Naoki Urasawa. 


“Monster” es seguramente una de las mejores series de televisión de la historia, y no sólo en cuanto a la animación japonesa se refiere sino también a nivel general. Es una obra maestra no sólo del anime sino también de la intriga y el thriller psicológico, tratando aspecto profundos de la psicología y la filosofía. 

Un buen ejemplo es el gran y principal villano de la serie (porque no es el único), Johan Liebheart, el personaje considerado como el “monstruo”. Es un psicópata homicida responsable de muchísimos asesinatos sin resolver. Es un joven rubio muy inteligente, capaz de corromper el alma de una persona sólo con su retórica y convencerla para que mate por él, y su oscuro pasado se desvela a medida que avanza la serie, alumbrando oscuros secretos inesperados y terroríficos. 

El problema mental de Johan es un grave trastorno de despersonalización causado por un retorcido experimento psicológico cuando era muy niño. Se vio privado de identidad, y eso le causó una gran soledad que le atormenta, y busca causar ese tormento de soledad en los demás para que le entiendan al sentir lo que siente él. Johan no encuentra sentido a su vida, ni en la existencia de la humanidad, pues no encuentra nada realmente positivo en ella. La soledad le lleva a un instinto suicida que trata de inculcar a otros, pues para él una existencia sin sentido es el infierno. 

Esa concepción nihilista de la vida humana es parcialmente compartida por Wolfgang Grimmer, quien, sin embargo, difiere con Johan en las conclusiones. Wolfgang es un periodista freelance y ex-espía de la RDA. Residió de pequeño en el orfanato Kinderhaim 511, dónde también estuvo Johan, y cuya estancia le dejó marcado con unas profundas secuelas de despersonalización. A pesar de compartir con el antagonista los mismos traumas de la infancia, Wolgang está convencido que no es la identidad lo que da sentido a nuestra vida sino nosotros mismos con lo que decidamos hacer con ella. A lo largo de la serie tanto Johan como Wolfgang tratan con niños huérfanos, que no saben quiénes son sus padres, no saben de dónde vienen. Pero mientras Johan les expone que fueron abandonados porque no les querían y por tanto su vida carece de sentido, Wolfgang les enseña que su vida es muy valiosa. Johan trata de que los niños se sientan solos, mientra Wolfgang quiere que se sientan queridos; por eso busca pruebas de los maltratos a niños, para denunciar aquellas atrocidades cometidas por el régimen de la RDA, para que no se vuelvan a repetir, para que no vuelva a ver un Kinderhaim 511 que traumatice a los niños con la soledad. 


Un buen ejemplo de esta situación es el personaje de Dieter, un niño bajo el cuidado de un señor llamado Hartmann (quien había trabajado en el Kinderhaim 511) que conoce a Tenma cuando éste empieza a investigar para encontrar a Johan. Cuando Tenma conoce a Dieter se da cuenta de que su cuidador, Hartmann, abusa física y psicológicamente del muchacho. Hartmann intenta convertir a Dieter en un segundo Johan, pero Tenma logra salvar al muchacho y apartarlo de Hartmann. 

Dieter termina por acompañar a Tenma en su viaje, por haberle salvado y para no sentirse solo. Tenma acepta pero con reticencia, porque es consciente que busca hacer con Johan lo contrario de lo que ha hecho con Dieter. Tenma ha dedicado gran parte de su vida a salvar vidas humanas, pero ahora se ve dispuesto a acabar con una vida, la de un monstruo, para salvar muchas más. Tenma se siente responsable de los asesinatos que ha cometido Johan, porque si él no le hubiese salvado nueve años antes todos esos asesinatos no habrían ocurrido. Sin embargo, acabar con la vida del niño al que salvó le supone una confrontación moral que tendrá que resolver, para bien o para mal, a la hora de enfrentarse a Johan. 

Sin embargo, el protagonista se encontrará con muchos obstáculos para llegar a Johan, y el más implacable es el inspector Heinrich Lunge, un frío y calculador inspector de la BKA (el FBI alemán). Pragmático y testarudo, ha resulto todos los casos de su carrera criminológica salvo uno, convirtiéndose en la única motivación de su vida: el caso sin resolver que envuelve al Dr. Tenma. Al principio cree que Johan es una invención de Tenma para no responsabilizarse de sus crímenes, pero poco a poco desarrolla la teoría que Tenma padece un trastorno de personalidad múltiple y Johan es la personalidad que comete sus asesinatos, mientras que el Dr. Tenma no se percata que se está persiguiendo a sí mismo. No obstante, cuanto más se involucra, cada vez menos puede obviar la relación existente entre el caso y los oscuros crímenes cometidos por el régimen de la RDA, por lo que poco a poco empieza a creer en la existencia del “monstruo”. 


Otro obstáculo de Tenma, no menos implacable y más peligroso, es Roberto, un asesino profesional, robusto e inteligente, que tiene una gran fascinación por Johan desde que lo conoció, cuando le hizo recordar el único recuerdo alegre que posee sobre su infancia en el Kinderhaim 511. Por ello, se convierte en el principal subordinado que tiene el “monstruo”, siendo el principal obstáculo de cualquier persona que trate de entorpecer los planes de Johan. 

Pero Tenma no estará sólo en su objetivo de detener a Johan, otros personajes se convierten en sus aliados, ayudándole directamente o yendo por su cuenta a por Johan. Y no sólo Wolfgang, también Anna Liebheart, brillante estudiante de Derecho y hermana gemela de Johan. Anna perdió la memoria de pequeña tras quedar traumatizada por el asesinato de sus padres adoptivos, tras lo cual fue adoptada por los Fortner, un matrimonio de mediana edad que le dio el nombre de Nina. Sin recuerdos de su niñez ni de su hermano, Anna crece creyendo que sus padres adoptivos son sus padres de verdad y ella es hija única. Después de su primer encuentro con el Dr. Tenma, Anna descubre los cadáveres de sus padres adoptivos, asesinados por orden de Johan. Anna decide ir en busca de su hermano gemelo para matarlo ella misma. 

Otro aliado es Rudi Gillen, un prestigioso psiquiatra que estudió con Tenma en la universidad. Especializado en criminología y psicología criminal, estudia a un sádico sexual que le confiesa haber cometido uno de sus crímenes porque se lo había pedido un “monstruo” sin nombre. Gillen se sorprende cuando Tenma, prófugo de la justicia, le pide ayuda para estudiar la posibilidad de que Johan padezca un trastorno de personalidad múltiple, pero Gillen no le cree y avisa a la policía para tenderle una emboscada. Sin embargo, antes de entregar a Tenma, Gillen investiga el crimen que el sádico sexual al que estudia dice haber cometido por petición de un “monstruo” sin nombre, y averigua que el nombre de ese “monstruo” es Johan, el criminal del que le ha hablado Tenma. Convencido de la inocencia de su antiguo compañero de universidad y de la existencia del “monstruo” Johan, Gillen ayudará a Tenma a escapar del asedio de la policía. Desde entonces Gillen se involucra en el caso del “monstruo”, ayudando tanto a Nina Fortner como al Dr. Reichwein. 


Julius Reichwein es un psiquiatra especializado en el tratamiento contra el alcoholismo y en tratar a policías. Se verá involucrado en la búsqueda de Johan cuando un paciente y amigo suyo, Richard Braun, ex-policía y detective privado, llega a investigar a Johan, por lo que acabará siendo asesinado por éste. Se ve envuelto en el caso de tal manera que ayuda a Tenma, Nina y Dieter, y se hace responsable de querer hacerle pagar a Johan la muerte de su amigo Richard. 

Hablando de alcoholismo, otro personaje importante es Eva Heinemann, la hija del director del Hospital Memorial Eisler de Dusseldorf que al inicio de la serie estaba comprometida con Tenma. Ella lo deja cuando cae en desgracia después de salvar a Johan, pero tras el asesinato de su padre y el ascenso de Tenma decide volver con él, cosa que no ocurre porque Tenma la rechaza, dolido por la ruptura anterior. Nueve años después Eva es una mujer amargada por sus matrimonios fracasados y ahoga sus penas depresivas en el alcohol, por lo que decide vengarse de Tenma, pues lo culpa del asesinato de su padre y de la vida que ella ha arrastrado desde entonces. Tratando de encontrar a Tenma para meterlo en la cárcel, Eva se adentra poco a poco en el caso del “monstruo”. 

Sin embargo, el personaje en el que recae toda la responsabilidad de los sucesos ocurridos en la serie es Franz Bonaparta, el psiquiatra autor de los siniestros cuentos que son la base del proceso de lavado de cerebro que se pone en marcha en diferentes centros educativos del bloque comunista, siendo el principal de estos centros educativos el orfanato Kinderhaim 511, que tenía el objetivo de continuar con los niños los escalofriantes experimentos de disociación de la personalidad iniciados en el Tercer Reich. En sus obras utiliza varios pseudónimos, para ocultar su verdadera identidad, siendo Klaus Poppe su verdadero nombre. 


Los cuentos de éste autor son aparentemente infantiles, pero plantean subliminalmente tesituras perturbadoras y retorcidas que influyen subconscientemente en los lectores, pues están escritos expresamente con esta finalidad. Son estos relatos la base de la filosofía de Johan, con los que aprende que no hay igualdad entre unos y otros, y que lo único que nos hace iguales a todos es la muerte, sólo cuando morimos somos iguales, mientras que la vida está llena de desigualdades, injustas e ilógicas, que inducen a la soledad y hacen de la existencia un tormento. Lo confiesa el propio Johan en un momento de la serie: “El infierno es vivir cada día sin saber la razón de tu existencia. Usted me salvó la vida, Dr. Tenma, porque creía fervientemente que todas las vidas tienen el mismo valor y toda persona merece ser salvada. Pero se ha dado cuenta ahora, finalmente, que sólo una cosa nos iguala a todos, la muerte.” 

Influido por esos cuentos, el niño crece con carácter carismático y de liderazgo, convirtiéndose en un lavador de cerebros, como el gurú de una secta que convence a sus miembros para participar en una ceremonia de suicidio colectivo. Eso es lo que es y hace Johan, lava el cerebro de la gente, pretendiendo sumir a toda la humanidad en un suicidio colectivo para que todos seamos iguales y nadie se sienta solo. 

Esto plantea una interesante cuestión muy discutida. ¿Todas las vidas tienen el mismo valor? ¿Vale la vida de una persona más o menos que la vida de otra? ¿Todas las vidas valen lo mismo independientemente de los condicionantes diferenciales de cada uno, o precisamente estos determinan que nuestra vida tenga más o menos valor respecto a otras? La historia de la serie empieza precisamente mostrando éste dilema. Un día, en el hospital en el que trabaja Tenma, llega un paciente que requiere de una urgente cirugía, un obrero turco. Tenma se dispone a operar el paciente cuando recibe la orden del director del hospital (y padre de su prometida) de operar antes un cantante de ópera cuya vida también depende de la intervención del neurocirujano. Cumpliendo la orden, el protagonista opera exitosamente el cantante de ópera, salvándole la vida, pero saliendo del quirófano se encuentra con la mujer y el hijo pequeño del obrero turco, que ha fallecido al no ser operado. La mujer y el niño, llorosos y desconsolados, se encaran con Tenma, recriminándole el favorecer la vida del cantante pese a que el obrero llegó antes. Éste hecho infundirá un profundo sentimiento de culpabilidad en Tenma, que le llevará a desobedecer al director del hospital cuando le ordene operar el alcalde de la ciudad antes que a Johan, lo que por otra parte desencadenará en la serie de asesinatos ejecutados u ordenados por éste. El aleteo de una mariposa que provoca un huracán al otro lado del mundo. Como diría el personaje de Salvador en la serie “El Ministerio del Tiempo”: “Puta mariposa”. Tenma estaría muy de acuerdo con esta declaración. 


El remordimiento de Tenma no es gratuito ni autocompadeciente, sino sincero, y tiene motivos. Sin contar los muertos ocasionados por la matanza de Ruhenheim, Johan es responsable de 120 asesinatos (como mínimo, de los que se tiene constancia, aunque seguramente son más), de los cuales 18 los cometió él personalmente. Sin embargo, antes que Tenma le salvara la vida de niño, Johan ya había matado 58 personas, 7 de ellas personalmente. 

Esto es un buen ejemplo de otra destacable cuestión que plantean Masayuki Kojima en el anime y Naoki Urasawa en el manga: la niñez. Los niños son los personajes más importantes en “Monster”, son secundarios en tiempo de aparición, pero su papel en la historia es vital. La serie muestra las consecuencias, positivas y negativas, de la intervención de los adultos en el crecimiento de los niños, y el peligro que conlleva educarlos con una finalidad política e ideológica. Salen muchos niños en la serie, algunos asesinos, otros suicidas, niños deprimidos y abusados, niños solos y abandonados. Lo que nos hagan de niños determina lo que seremos de mayores, como Johan, cuyo nacimiento y crecimiento fue planeado con el objetivo de que hubiera un segundo Hitler, idea que Urasawa seguramente cogió de “Los niños del Brasil” (Franklin Schaffner, 1979). 

Lo más probable es que Johan hubiese sido un niño normal y, posteriormente, un adulto corriente, en vez de un psicópata y asesino en serie, de no ser por la intervención de aquellas autoridades de la RDA y líderes de extrema derecha que lo usaron para crear precisamente un monstruo. Y sabiendo eso, cabe preguntar quién es de verdad el monstruo. El monstruo al que se refiere la serie no es Johan, Johan no es un monstruo, Johan es un víctima. Él no es malvado por convicción propia, lo es porque le han hecho así. Su motivación no es el odio o la venganza, el fanatismo o la adicción, la codicia o el poder. Sólo quiere escapar del infierno en el que vive. 


El monstruo al que hace referencia la serie es el que todos llevamos dentro, el que nos motiva a destruir y hacer daño en base al odio o la venganza, el fanatismo o la adicción, la codicia o el poder. ¿Acaso, en ese aspecto, no son otros personajes “buenos” más monstruosos que Johan? Su hermana deja de vivir su vida obsesionada con vengarse de él; Heinrich Lunge pierde a su familia por su obsesión con el trabajo y con Tenma; Eva Heinemann se dedica a la degustación de alcohol y al coleccionismo de divorcios para no superar su ruptura con Tenma; y el buen doctor se deja dominar tanto por un inconsolable sentimiento de culpa que llega a estar a punto en varias ocasiones de romper con su ética para poder librarse de su tormento. 

Esto recuerda al enfrentamiento entre Batman y Joker en “The dark knight” (Christopher Nolan, 2008). En la escena del interrogatorio Joker le dice a Batman que sólo le podrá detener matándolo, con lo cual le daría la razón. Batman debe elegir entre impedir que haya más muertos o dar la razón a Joker en su concepción nihilista. El mismo dilema con el que se encuentra Tenma en el clímax de “Monster”, cuando Johan la fuerza a matarle y romper son su ética para evitar más muertes. Johan comparte con Joker el cliché de villano filosófico, un antagonista que es peligroso en su pensamiento porque, según su retórica, él tiene razón, y dicho razonamiento es perfectamente entendible. Podemos encontrar ejemplos como Thanos en “Vengadores: Infinity War” (Anthony y Joe Russo, 2018), V.I.K.I. en “Yo, robot” (Alex Proyas, 2004), o Light Yagami en “Death Note” (Tetsuro Araki, 2006). El villano filósofo es un personaje que actúa destructivamente para demostrar una tesitura de planteamiento razonable. Por ese motivo, su contraparte se ve forzado a vencerle no sólo físicamente sino también ideológicamente, rebatiendo sus argumentos, desmontando su pensamiento, como cuando en “El caballero oscuro” Batman, tras atrapar a Joker, le muestra que estaba equivocado. Del mismo modo, en el clímax de “Monster” Tenma vence a Johan éticamente. 


Como personaje Johan está construido también con otro cliché, el del villano cortés, que puede ser un psicópata y asesino en serie pero extremadamente educado, de forma aristocrática, y muy intelectual. Un prototipo que está muy bien y del que podemos encontrar ejemplos como Hannibal Lecter (sobretodo el interpretado por Mads Mikkelsen en la serie “Hannibal”), el Actor Secundario Bob (al que recuerda mucho Mads Mikkelsen en la serie “Hannibal”) o James Moriarty. Pero todos ellos tienen un claro referente, sobretodo en el caso de Johan, que es Drácula. 

La novela de Stocker es la gran precursora del thriller psicólogico que se ha desarrollado desde entonces, tanto en literatura como cine y televisión. Una serie de personajes con poca o ninguna conexión en común salvo la de ser todas víctimas de una personalidad malvada, y se juntan para hacerle frente y planificar su derrota. En ese aspecto, “Monster” es prácticamente una adaptación de la novela de Stocker, sólo cambia la época, el lugar, y que Johan no es vampiro. 

En aspectos formales y artísticos, lo más destacable es la música, la animación y el guión. La banda sonora fue compuesta por Kuniaki Hoishima, que también puso música a Master Keaton, otro anime basado en un manga de Urosawa. La música de “Monster” es magistral, con temas dramáticos, tenebrosos e incluso terroríficos, como “The seeds of time”, que recuerda a ciertos trabajos de Michael Nyman, aunque también hay motivos alegres o transitarios. El trabajo de Hoishima en “Monster” es, indiscutiblemente, una de las mejores composiciones musicales de una serie anime. 

La animación es fabulosa, es una pasada de lo bien hecha que está, el espectador se olvida de que está viendo animación. Eso es porque la animación de “Monster”, así como su montaje y estilo visual, se aleja muchísimo de las directrices propias del anime japonés, y se acerca más visualmente a la normativa de la imagen real. De ese modo, la animación ofrece personajes y ambientaciones muy realistas en entornos muy dimensionales. La animación de la serie es hiperrealista, dentro de lo que permite las posibilidades del anime y sin salirse de su marco, tanto es así que la serie perfectamente podría haberse hecho en imagen real y no se alejaría casi nada de lo que muestra su animación. 


El guión “Monster” es inmejorable. Tanto por las tramas como por los personajes. En la serie hay tramas principales y tramas secundarias algunas de las cuales apenas se desarrollan en un episodio. Sin embargo, esos episodios que se pudieran considerar “de relleno”, aún siendo cierto que si se quitaran de la serie no afectaría negativamente a las demás tramas, también cabe constatar que son entretenidos, no desentonan con el resto de la historia, e inciden en la mentalidad y emocionalidad de los personajes, su carácter y personalidad. 

El guionista de la serie, Tatsuhiko Urahata, desarrolla la trama principal de tal modo que la tensión de la intriga y el suspense, cuando parece que esté a punto de soltarse para finalizar, en realidad se reposa un poco para seguir con esa tensión que aumenta a cada capítulo. Urahata lo hace tres o cuatro veces, cuando parece que la historia llega a su climax el guionista sigue desarrollando la trama principal para aumentar la tensión hasta no poder más y entonces suelta la cuerda en un clímax apocalíptico. 

De hecho, en “Monster” hay, sin exagerar, docenas y docenas de personajes importante, muchísimos. Cada personaje, por pequeño que sea, aunque sólo aparezca en un capítulo, tiene su desarrollo, su historia, su pasado, sus miedos, sus esperanzas, sus anhelos y sus secretos; y eso, el guión, lo refleja increíblemente bien. 

El creador de “Monster”, Naoki Urasawa, tiene otras obras en las que demuestra su maestría a la hora de construir historias muy complejas, muy extensas, y con tramas muy bien entrelazadas, como por ejemplo “20th Century Boys”, de la cual se hizo un adaptación live-action que recomiendo muy encarecidamente. 

“Monster” (que está doblada al castellano y al catalán, siendo ambos doblajes muy buenos, aunque personalmente prefiero el catalán) termina siendo la mejor serie anime que se ha hecho. Mi anime favorito sigue siendo “Evangelion”, ocupando “Monster” el segundo lugar, pero, objetivamente, la serie de Masayuki Kojima es mejor que la de Hideaki Anno.

Mi calificación es: