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domingo, 5 de enero de 2014

CRÍTICA CELDA 211 (2009) . POR LAURA OLIVETO

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Hola! Mi nombre es Laura, este es mi primer post y quería compartirles una película que, para mí, es una de las mejores producciones españolas de los últimos años.

País: España
Duración 110 min
Director: Daniel Monzón
Guión: Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría (adaptación de novela homónima del periodista sevillano Francisco Pérez Gandul).
Premios: 8 Goya, incluyendo Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Director, Mejor Sonido.


SINOPSIS: La historia cuenta la desgracia de Juan Oliver (Alberto Ammann), un hombre común, próximo a ser padre primerizo, el cual se ilusiona con un nuevo puesto de trabajo como carcelero en una Institución Penal de Sevilla. Juan, un día antes de comenzar a trabajar, va a visitar el edificio para familiarizarse con las instalaciones y el personal. Hasta acá parece ser un día normal, hasta que, por obra del destino, mientras recorre la cárcel con dos de sus futuros compañeros, un problema de mantenimiento edilicio hacen que parte de la mampostería caiga sobre él, dejándolo inconsciente. La mala suerte de Juan empeora cuando los guardias, en vez de llevarlo a la enfermería, encuentran una celda vacía y deciden meterlo allí para poder asistirlo. Pero si hasta acá parece ser la peor jornada del protagonista, esperen unos minutos, que va a empeorar, y mucho. Esto se debe a que mientras tratan de reanimarlo, un violento motín se desata en los pasillos de la penitenciaría. Los gritos y corridas son advertidos por los oficiales, los cuales por miedo y desesperación, huyen por sus vidas, dejando a Juan solo en la celda. Esta situación es el detonante de una historia de supervivencia, donde Juan deberá mezclarse entre los reos y evitar ser descubierto.


CRÍTICA: Teniendo en cuenta la profesión del autor original, un investigador y comunicador social, uno puede pensar que, tal vez, fue necesario rotular esta historia como una obra de ficción y no como documental, ya que su argumento toca un punto neurálgico de la sociedad, y no me refiero sólo a la española, sino que algunos de los temas que desarrolla, sacándolos de la locación geográfica que la novela señala, podrían encontrarse en cualquier parte del mundo.
Debido a la buena aceptación del libro, una producción cinematográfica cierra con broche de oro un guión interesante, fuerte en lo que transmite y en cómo lo hace, un drama carcelario que saca a relucir las miserias humanas, y no solamente de los presidiarios.

La película comienza con una escena muy significativa, un hecho aislado, que a medida que transcurren los primeros minutos de la historia, nos damos cuenta que lo que sucedió allí dentro dio pie a los acontecimientos posteriores.
Uno de los momentos críticos de la historia es cuando Juan despierta y empieza a tomar conciencia de su realidad, sin poder creerlo y con la necesidad de que la desesperación no le juegue una mala pasada y logre mantener el temple necesario para salir vivo de ahí, siempre bajo la mirada de otro personaje protagónico, el convicto líder del motín, Malamadre (Luis Tosar).
Paralelamente al transcurso de la historia, hay algunos paréntesis temporales que muestran una realidad posterior al motín, donde se puede ver a uno de los compañeros de Juan rindiendo cuenta a las autoridades de lo sucedido ese día, y algunos recuerdos de Juan con su esposa Elena (Marta Etura).

Esta es una historia de mucha tensión, donde los personajes están siempre al límite y llevando las situaciones al extremo. Para generar este clima, el film cuenta con varios recursos, y es notable que se tomaron buenas decisiones en la elección del reparto.
Casi 2 horas de buen ritmo, con sobresaltos en los momentos justos. Tal vez, teniendo en cuenta el lugar donde se desarrolla este incidente, uno esperaría escenas brutales, pero en este caso no fue necesario recurrir al morbo de los abusos para generar drama. El director supo muy bien mesurar el grado de violencia y no vamos a encontrar sólo una sumatoria de agresiones sin sentido, al contrario, los momentos más interesantes se dan en las charlas entre los protagonistas.
A lo largo de la historia, uno puede sentir la impotencia del pobre novato, generando la sensación en el espectador de que en cualquier momento va a ser testigo de cómo Juan pasa a la otra vida. Pero, en vez de esto, a pesar de sentirse acorralado, se ve claramente como el joven actor Ammann se pone en el papel de un hombre que va tomando las riendas de su situación, mientras te mantiene expectante de que en cualquier momento su pánico contenido se desborde y deba enfrentarse a un Malamadre que ya sólo por su apariencia, mirada profunda y rasgos duros ponen nervioso a cualquiera. Excelente interpretación de Tosar.

Esta adaptación logra transmitir efectivamente la situación de caos que caracteriza a la narración original. Con diálogos simples y reales, cuentan situaciones concretas, sin dar vueltas.
Toda la historia se lleva a cabo dentro de las paredes de la cárcel, contamos con mayoría de locaciones interiores, dando escenarios como galerías, patios, rincones, celdas y alguna que otra oficina y vista de los alrededores del edificio.
Este contexto material, por escaso que parezca, se ve enriquecido por la iluminación, dándole realismo con efectos naturales del transcurso de las horas dentro del penal.
Una variable fundamental, que de hecho, obtuvo uno de sus Premios, es el manejo del sonido.
En la primera escena fuerte, cuando Juan es abandonado por los guardias, uno de las cosas más notorias es la claridad con la que se perciben los gritos y corridas de los presos iniciando el motín mientras los guardias y él se encuentran dentro de la celda. Con ese caos de fondo, se enmarca una situación en donde, el miedo le gana a las buenas intenciones, y el instinto de supervivencia de los carceleros deja a Juan a la buena de Dios sabiendo que le espera lo peor; un momento clave muy bien logrado por los actores. El grito de los rebeldes, las alarmas y los golpes contra los odiados barrotes y puertas metálicas, generan un clima tenso.
Otra característica, es que las escenas son hechas en su mayoría en presencia de multitudes, el protagonista está constantemente expuesto a una masa desbocada de reos que por momentos lo miran con recelo, pero que tiene sus momentos de más calma y soledad cuando establece diálogos con el personaje de Tosar. Sus escenas juntos, con miradas cómplices y con dos vidas que se van vinculando, son las más ricas de la película, dejando la violencia física sólo para los momentos en donde es necesaria.
Por último, quería destacar el excelente trabajo del reparto, que cuenta con un par de protagonistas que supieron transmitir las personalidades de sus personajes, que siendo tan opuestos, en cierto punto, logran conectarse en medio de una situación de peligro y corrupción; porque debo aclarar, que por más delitos que hayan cometido los condenados, algunos personajes al servicio de la Justicia, muy bien merecerían una celda. Luis Tosar da vida a un Malamadre intenso, seguro y viceral, mientras que Alberto Ammann encarna un Juan inteligente, que logra hacerse fuerte por pura necesidad.
Algunos hechos, que son claves en la evolución de la historia y más precisamente en la vida familiar de Juan, hacen alusión a la impunidad y manipulación con la que se manejan algunas esferas del ámbito de la Seguridad.
La calidad cinematográfica española se evidencia durante toda la filmación, contando con una escena final excelente, con gran carga simbólica.


CONCLUSIÓN
Es posible que los productores de Vaca Films hayan detectado esta necesidad de Pérez Gandul de expresar hechos de una realidad dura, donde los límites que separan a los “buenos” de los “malos” a veces es borroso, y donde no se necesitó recurrir mucho a la imaginación para crear una historia llena de altos y bajos entre la vida y la muerte, sólo bastaba con mirar un poco más profundo las noticias de todos los días. Una película donde el espectador encontrará una historia muy bien contada, con un contenido que busca expone la conducta humana, en un contexto intenso y con actuaciones a la altura.

“Estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado”.