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domingo, 27 de marzo de 2016

CRÍTICA HOLMES & WATSON: MADRID DAYS (2012), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Cuando en ocasiones veo películas sin saber nada de ellas, algunas veces tengo la suerte de ver alguna que otra estupenda película, pero otras veces se tiene la desgracia de presenciar auténticos despropósitos totalmente absurdos. "Holmes & Watson: Madrid days" es uno de esos despropósitos.

"Holmes & Watson: Madrid days" viene a ser la última película que dirigió el ganador de un Oscar José Luis Garci antes de retirarse. Eso fue en la época en que la comunidad de Madrid le financiaba superproducciones de 15 millones de € para subir la popularidad de su presidenta, Esperanza Aguirre, aunque no recaudasen una mierda.

"Holmes & Watson: Madrid days" pretende ser un thriller de época, pero únicamente consigue ser un disparate. Todo en la película es horroroso. La historia del filme trata de Sherlock Holmes que sigue los pasos de Jack el destripador hasta... ¡Madrid! Dónde Jack sigue cometiendo más crímenes. El argumento ya es de por sí estrambótico, pero es que la película va de cualquier cosa menos de la investigación de Holmes y Watson para atrapar a Jack.

A Garci le importa un pimiento la investigación sobre Jack el destripador, la delirante sinopsis es una excusa barata, más bien gratuita, para hacer que un personaje tan británico como Sherlock Holmes se patee la ciudad favorita del director y descubra sus calles, sus locales, su comida, su arte, su arquitectura y, sobretodo, la alta sociedad, como si Holmes fuera un aristócrata en vez de un detective que está de vacaciones más que investigando. Quizá a Garci le haya hecho ilusión hacer un tour turístico por el Madrid de finales del S. XIX de manos de Sherlock Holmes como guía, pero el espectador eso la repampinfla tres cojones y medio, además de que en definitiva eso no lleva a ningún lado narrativamente.

El hecho de que la investigación es una excusa queda patente cuando Holmes le dice a Watson que hay que ir a Madrid a encontrar a Jack porque... lo ha soñado. ¡Ole tus cojones! Eso es un detective y lo demás son tonterías.


Más que investigar, lo que hacen en ésta película Holmes y Watson (Gouonson, como le llaman en la película, pronunciándolo como el grito de excitación de un gorrino) es darse la madre de todas las vacaciones, yendo primero a Calé, luego pasando una semana en París (Holmes narra por adelantado el itinerario que va a hacer de la ciudad, con horario y todo), luego otra estancia en San Sebastián, y finalmente en Madrid. En ese momento el espectador se da cuenta de la verdadera prisa que tiene Holmes por atrapar a Jack.

Cuando llegan a Madrid, en vez de investigar, lo que hacen Holmes y Gouonson es pegarse la juerga padre por la alta sociedad madrileña, yendo de gala en gala y de cabaret en cabaret, como si la pista para resolver el caso la fueran a encontrar en el fondo de una copa de champán o en el escote de una bailarina con lentejuelas. Parece que Holmes hubiese venido a Madrid a pasar unas vacaciones de lujo en vez de atrapar a un asesino. La película tendría que haberse titulado "Holmes & Watson: De farra por Madrid", porque en facto esto es lo que es la película.

La premisa de la película es que Holmes iba a Madrid siguiendo los pasos de Jack el destripador, pero Garci no cuenta eso, prefiere mostrar al espectador a Holmes comiendo cocido, Holmes bebiendo aguardiente, Holmes descansando en los baños turcos, Holmes paseando en el parque del retiro, y al Dr. Gouonson tentado de ponerle los cuernos a su mujer con la reportera de "REC".

"Holmes & Gouonson: De farra por Madrid" tiene más detalles acojonantes. Pese a disponer de un holgado presupuesto de 4 millones de €, los responsables de la película no pudieron, o no quisieron por pereza, hacer planos generales recreados digitalmente de Madrid, Londres y Paris, ni siquiera por unos pocos segundos, así que lo que hicieron fue poner insertos de... ¡acuarelas! Pusieron acuarelas de Madrid, Londres y París como planos generales de dichas ciudades. ¿Se puede ser más cutre? ¡Sí! Sí se puede.

Los exteriores construidos en estudio de grabación se nota que son de cartón-piedra, y parece que son más de un pueblecito de Cuenca que de una ciudad como Madrid, incluso para el S. XIX. Más bien parecen decorados aprovechados de los que ya construyeron para la teleserie "El secreto de Puente Viejo". Pero lo que tiene delito es una escena que sucede en un despacho de Scotland Yard, antes de que Holmes se fuera de Happy Hollyday. Para dicha escena no llegaron a tiempo de terminar el decorado (no se entiende por qué, pues las paredes del decorado están hechas literalmente de cartón) y lo cuando tenían que grabar la escena el decorado estaba medio construido, y como no podían posponer la grabación de la escena decidieron rodar la escena con el decorado a medio terminar y con gente de producción terminando de construir el decorado detrás de Holmes y el comisario al mismo tiempo que se grababa la escena, y para que no se notara tanto a los de producción los vistieron de peones de construcción de los de finales del S. XIX. Es tan patético que resulta cómico.


Lo del idioma es algo acojonante. En esta película Holmes y Gouonson, pese a ser ingleses de pura cepa, hablan castellano en su casa, en la hora de comer y en la intimidad (los que hay que hablan catalán), de forma más impecable que la mayoría de españoles. Pero no sólo ellos, sino también la mujer de Gouonson, la casera/criada de Holmes, y el comisario de Scotland Yard hablan un castellano más manchego que el de las películas de Almodóvar.

Todas las escenas de Londres como de Madrid están rodadas en un castellano que alumbra y desborda toda comprensión humana. Esto normalmente sería aceptado sin problemas por el espectador. ¿Qué ocurre? Que en la película nos meten una conversación entre Holmes y un periodista... ¡En inglés! Es uno de los momentos más incoherentes y absurdos de la película, aunque toda la película ya es incoherente y absurda por sí misma. Se trata de la única charla en inglés de toda la película, lo cual descoloca de arriba a abajo la cuestión idiomática que hasta ese momento el espectador ya tenía mínimamente aceptada. ¿En Londres la gente habla un castellano impecable y en Madrid la gente habla un inglés que parecen profesores del curso por fascículos de Planeta DeAgostini? A Garci eso de la coherencia le debe sonar como a chino mandarín.

El ritmo de la película. "Holmes & Gouonson: De farra por Madrid" se hace eterna, viéndola el tiempo se vuelve cada vez más lento hasta que se detiene como si el espectador estuviera atrapado en el infinito interior de un agujero negro. Cabe decir que quien escribe empezó a ver la película (dura 140 minutos) a las doce del mediodía, y cuando terminó de verla eran las dos de la mañana del día siguiente. Ver la película se hace tan rápido y entretenido como leer una guía telefónica escrita en noruego.

El montaje no sólo peca de alargar relativamente el tiempo de la película de una forma que ni siquiera Einstein podría teorizar, sino que además está claro que se ha hecho de la forma más sencilla y cutre posible con el Premiere Adobe. De hecho en la película no hay más que fundidos como transiciones de una escena a otra, e incluso como transiciones entre plano y plano en la misma escena. Es seguro que Garci no utilizó la cortina de estrellitas porque no encontró el plugin al bajarse el programa de Adobe a modo pirata. Es más, seguro que sólo tenía el Premiere en modo de prueba, y por eso montó la película de cualquier forma en cuatro días. Mira que ser así de cutre teniendo 4 millones de €.


En esta película el personaje de Holmes se flipante. El tío no sólo es vidente en sueños cual pitonisa de programa de tarot de madrugada, sino que entre tanta adivinación gilipollesca (llega a predecir un asesinato que la policía aún no ha descubierto, además de otras cosas futuras como la invención del psicoanálisis, las dos guerras mundiales y la utilización de perros policía) también le da tiempo al análisis filosófico, llegando a decir perlas como: "En Madrid la gente sigue viviendo como en el siglo XIX" (Holmes predice tanto el futuro que no es consciente de en qué presente está), o "La fealdad también está incrustada en la belleza. La maldad, la maldad es el motor de nuestro tiempo, puede que de todos los tiempos". El arriba firmante cree que la maldad es que Garci se cague en los espectadores al realizar como despedida semejante chorrada, así que por un servidor puede meterse la fealdad de esta bazofia en la belleza de sus cojones.

El Dr. Gouonson no se queda atrás. A pesar de ser tan inglés como Holmes, Gouonson parece más español que el queso de Burgos, tanto que en el viaje a Madrid no deja de darle el coñazo a Holmes sobre los toros, el flamenco y... bueno, en definitiva esto es lo único de lo que Gouonson le habla machaconamente a Holmes sobre España, y los únicos conceptos que Garci quiere que la gente de todo el mundo sepa sobre España, ni Cervantes ni Quevedo ni su puta madre, sólo toros y flamenco. Además Gouonson también es un asqueroso machista empedernido, pues no sólo está tentado de ponerle los cuernos a su mujer cuando está en Madrid, sino que cuando vuelve a Londres le exige a su mujer que ya puede ir espabilando a hacerle un cocido, que le ha traído la receta y los ingredientes y todo.

El espectador podría pensar que el hecho de que Garci ponga a chonis en el Madrid del siglo XIX antes de que las pusiera de moda Bigas Luna es el colmo de la desfachatez, pero no. Lo más ridículo de "Holmes & Gouonson: De farra por Madrid" es el cameo del ex alcalde de la ciudad de Madrid y ex ministro de justicia Alberto Ruiz-Gallardón y su horrenda barba postiza pegada a su mandíbula a base de lametones. La barba postiza está tan mal hecha y está tan mal colocada que queda más feo que darle una patada a una niña.

"Holmes & Gouonson: De farra por Madrid" es una película tronchante de lo absurda, ridícula y disparatada que es, pero a la vez no deja de ser un lamentable coñazo aburrido como una misa y un auténtico despropósito en su realización.

Mi ccalificación es: