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martes, 24 de octubre de 2017

CRÍTICA HALLOWEEN (1978), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Durante la noche de Halloween, Michael, un niño de seis años, asesina a su hermana mayor con un cuchillo de cocina. Es internado en un psiquiátrico del que huye quince años más tarde, precisamente la víspera de Halloween. El psicópata vuelve a su pueblo y comete una serie de asesinatos. Mientras, uno de los médicos del psiquiátrico le sigue la pista.

“Halloween” es una película interesante, con encanto. Y es interesante por la ambientación, el lugar en el que representa que ocurre la película, el típico pueblo del medio oeste norteamericano, la zona conocida como “El cinturón de la Biblia”, con su sheriff, su instituto, etc. Un pueblo tipo Chester’s Mille o Everwood. Películas como las de “Pesadilla en Elm Street” o “Scream” jugaron con ambientar sus historias en pueblos como éste, y de hecho las películas de “Pesadilla en Elm Street”, salvo “La nueva pesadilla”, son de las que mejor han aprovechado una ambientación así. Éste tipo de contextualización geográfica dan mucho juego para las películas de terror americanas. 

“Halloween” tuvo un presupuesto muy escaso, de apenas trecientos mil dólares, y a pesar del esfuerzo de todo el equipo por disimularlo hay momentos en que se nota. Por ejemplo, aunque la película esté ambientada en un pueblo del cinturón de la Biblia, la película se rodó en Pasadena, en el condado de Los Ángeles. De hecho el equipo tuvo dificultades para encontrar un suburbio vecinal dónde hubiera árboles normales, no palmeras. Pero aunque mayormente pasa por un pueblo del medio oeste norteamericano, la arquitectura de las casas luce más del sur de California que no del norte de Illinois. Pero sobretodo la escena del Dr. Loomis hablando en una cabina telefónica en una zona desértica y no agraria es lo que hace ver que no rodaron en el lugar en el que se supone que ocurre la película. 

También hay un par de errores significativos. Hay una escena en que Laurie, la protagonista, sale de casa, y empiezan a caer hojas marrones de los árboles, pero en el plano siguiente… ¡Los árboles son verdes! ¡Todos! ¡Son los árboles más verdes vistos en una película! ¡Incluso las casas del vecindario salen pintadas de verde! ¿No representa que la película ocurre en la noche de Halloween? ¿En octubre? ¿En otoño? Las hojas deberían haber perdido el color verde y ser marrones, y los árboles deberían tener la mitad de las hojas caídas.


Hay otro momento de la película, con Laurie también caminando por la calle, en que la acera de la calle está completamente seca, y en el siguiente plano la acera está mojada, seguramente porque ese plano lo rodaron otro día y llovería. 

Hay varias escenas muy interesantes de analizar, por ejemplo el inicio, que es muy Hitchcock. Rápidamente nos damos cuenta de que el plano secuencia es también un plano subjetivo. En esa escena el espectador lo ve todo como lo ve Michael Myers, lo ve a través de sus ojos. Es una escena impactante precisamente por el plano secuencia/subjetivo, porque el espectador no llega a suponer, no llega a imaginar, que el que espía a la chica y la apuñala hasta matarla es un niño. Claro, si la escena se hubiese hecho con cortes, en varios planos, y de manera objetiva, no resultaría impactante si supiésemos desde el principio que es un niño, hasta quedaría soso. Sin embargo, con el plano secuencia/subjetivo tenemos un inicio impacte, sorprendente, y con una gran sensación de intriga y suspense. 

Otra escena muy significativa es cuando el Dr. Loomis y el sheriff llegan de noche a la casa donde vivía Myers cuando era niño, la casa en la que asesinó a su hermana. Tal como está compuesto el plano, la casa en ruinas parece el rostro inquietante de una persona, es como la expresión del mal, como el rostro del alma de Myers, da miedo. Es en esa casa cuando Myers se convirtió en lo que es, en un asesino maníaco. También es interesante el momento en que el Dr. Loomis y el sheriff inspeccionan la casa, es como si entraran en la mente de Myers y mirasen en los escondrijos de su mente, como si estuviesen dentro de la mente del asesino.

Hay otro momento que resulta muy estudiable por dos motivos, primero por el ritmo, y segundo por la conclusión. Es el momento en que de noche, Laurie está haciendo de niñera de un niño, y en la casa de enfrente su amiga está haciendo de niñera de una niña. Es un momento muy largo, se alarga mucho, el ritmo se ralentiza. Pero tiene que ser así, es un ritmo coherente con lo que sucede, no es para nada aburrido. En ese momento Myers está espiando a la amiga de Lurie, la está asediando. Por eso Carpenter mantiene tanto ese momento, para matar del suspense al espectador. El espectador sabe que Myers es un psicópata homicida, un asesino, y que está asediando a la amiga de Lurie, y que por lo tanto la matará. Pero la amiga de Laurie no lo sabe, ni siquiera sabe de la presencia de Myers, y a medida que se alarga el momento hay más tensión y más suspense. Y cuando finalmente Myers mata a la amiga de Laurie, ese momento recuerda mucho a la escena de la ducha de “Psicosis”, con los cristales empañados y Myers con el cuchillo.


Pero el mejor momento de la película es el final. En el final de la película Laurie apuñala a Myers y parece que lo mata, pero luego Myers se levanta y ataca a Laurie. Luego llega el Dr. Loomis y le dispara a Myers varias veces hasta hacerle caer por el balcón, cuatro metros de caída. Y parece que Myers está finalmente muerto, pero el cuerpo desaparece. Es algo visto también en la serie “Monster”, cuando Johan Liebheart queda en coma (otra vez) después de que le disparen en la cabeza (otra vez), es ingresado en un hospital, y después de que le visite el Dr. Tenma, vemos como el cuerpo de Johan, supuestamente comatoso, ya no está en la cama de la habitación del hospital. Justo después de ver desaparecer el cuerpo de Myers, hay diversos planos en que nos vamos alejando del Dr. Blom y de Laurie, nos alejamos de la habitación, de la casa, de la calle, hasta que llegamos a un último plano de la película. Un plano de la casa en la que Myers mató a su hermana, y volvemos a ver esa sensación de que la casa es un rostro aterrador, es el rostro del alma Myers. 

El final es muy bueno precisamente porque es la conclusión que, más tarde, explotaría el resto de películas de “Halloween” y otras sagas de terror como “Pesadilla en Elm Street”, “Viernes 13”, “Scream”, “Saw”, etc. Y esa conclusión es que el mal nunca muere, aunque te lo hayas cargado en la película anterior, por más que te lo hayas cargado de mil formas, siempre hay una siguiente película en la que vuelve. Es algo tan inverosímil que a cada secuela se vuelve más ridículo. De hecho Wes Craven se rió de eso en el inicio “Scream 4” (“Scream 4” tendrá muchos defectos, pero sus primeros diez minutos son sensacionales). Es muy interesante toda la mitología que tienen las sagas de terror que se eternizan, resulta gracioso y curioso, y a la vez muy sugestivo porque, al dotar a personajes como Myers de una connotación tan fantasmática (la máscara de Myers es una extrapolación de dicha connotación) y de una trascendencia existencial tan primordialmente metafísica, eleva a dichos personajes a la condición de entes de naturaleza no física ni temporal sino mismamente existencial, son proyecciones en el mundo de existencia física del mal mismo que es intraexistencial.


Hay una peculiaridad de la película que resulta llamativo, y es el uso del teléfono. Claro, “Halloween” es una película de 1978. En aquella época no existía internet, ni los móviles, ni smartphones, ni iPhones, ni tablets, ni ordenadores portátiles, ni Whatsapp, ni Facebook, ni Twitter, ni sms siquiera. Claro, la forma más común que tenían los adolescentes y jóvenes para comunicarse cuando no estaban en el mismo sitio era el teléfono fijo, en aquella época debía de ser una herramienta indispensable para la comunicación entre los jóvenes y las adolescentes. Y al principio de la película es así, al principio resulta una herramienta de cotidianidad en la vida de Laurie y sus amigas. Hasta que Myers usa un teléfono fijo para matar a una de las amigas de Laurie. De repente, lo que antes era algo indispensable en la vida de las chicas, ahora se convierte en una herramienta de aniquilación, una herramienta con la que Myers quita una vida, una herramienta con la que Myers mata. Y luego, cuando Laurie usa el teléfono para llamar a la policía, no puede hacerlo. Lo que era indispensable en la vida cotidiana de Laurie, ahora no sólo se vuelve una herramienta para asesinar, sino que ni siquiera puede usarlo para salvar su vida. 

Hay dos aspectos de “Halloween” que también remarcables. Primero la música, que es lo que dota de alma a la película. Es una música sencilla, unos toques de piano y poco más, pero caray, dota a la película de una inquietud y de un suspense que pocas composiciones consiguen. Y después el anamórfico, el 2.35, que Carpenter usa muy acertadamente, consiguiendo unos planos impresionante, sobre todo a la hora de mostrar una doble acción (Myers levantándose después de que Laurie le apuñala), y de hacer tomas de seguimiento (Myers siguiendo con el coche al niño al que tiene que cuidar Laurie). 

En conclusión. “Halloween” termina por ser no sólo una de las mejores películas de terror de la historia del cine, y una de las mejores propuestas que explora la mitología de la proyección fantasmáticas del mal intraexistencial, sino también una obra maestra cuyo visionado resulta ineludible y que es digna de estudio de análisis profundo.

Mi calificación: