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viernes, 24 de febrero de 2017

CRÍTICA SNOWPIERCER (2013), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

“Snowpiercer” es la quinta película del director surcoreano Bong Joon-ho y, con un presupuesto de 39,2 millones de $, es la segunda película más costosa del cine surcoreano, sólo por detrás de “D-War”, que costó 70 millones de $.

La película tiene un reparto en el que destacan un buen puñado de buenos y grandes actores, como Chris Evans, Jamie Bell, una irreconocible Tilda Swinton con varios kilos de maquillaje, un John Hurt no menos maquillado, Ed Harris, Octavia Spencer, y Song Kang-ho (que repite bajo las órdenes de Joon-ho después de “Memories of murder” y “The Host”).

La película se ambienta en el año 2032 cuando, a causa de una glaciación, casi la totalidad de la raza humana en la Tierra ha muerto congelada. Únicamente han sobrevivido unos centenares de personas que se hacinan en un tren que da la vuelta al mundo una y otra vez desde que comenzó la glaciación 18 años antes.

En vez de cooperar equitativamente todos juntos para poder sobrevivir de la mejor forma posible, la sociedad en el tren está estructurada en los privilegiados que viven a todo lujo en los primeros vagones, a base de explotar y matar de hambre y frío a los pobres desgraciados y miserables que se apilan en los últimos vagones.

A eso que el protagonista, Curtis, un joven que pertenece a la clase baja reprimida en los últimos vagones, pretende iniciar una revolución dentro del tren que, a diferencia de las dos anteriores revoluciones, sea un éxito, atravesando todos los vagones hasta llegar al motor, y así tener el control sobre todo el tren para poder formar una sociedad más justa y equitativa con la calefacción, el agua y la comida.

A medida que Curtis se abre paso a través de los vagones, irá descubriendo los horribles secretos que esconde el tren, y que le harán plantearse si la revolución merece la pena, y si la humanidad de verdad merece ser salvada.


“Snowpiercer” es una película de ideología claramente marxista, una propuesta que se nos plantea como una extrapolación del mundo en el que vivimos, una ilustración ideológica y social de la realidad de nuestro mundo y de la humanidad.

La película no sólo retrata metafóricamente nuestro mundo y nuestra sociedad, sino también los errores que comete nuestra sociedad el tratar de cambiar la situación del mundo en el que vive. El personaje de Wilford, ese antagonista orwelliano, el supuesto mago que se esconde tras una cortina como en “El mago de Oz”, al construir una escapatoria del desastre que la misma humanidad se ha causado a sí misma, lo que termina haciendo es precisamente reproducir exactamente la misma situación, pero en miniatura.

Lo que nos diferencia a los seres humanos del resto de especies animales, o al menos de la gran mayoría, es que mientras las demás especies se adaptan al entorno para sobrevivir o vivir mejor, el ser humano lo que hace es no adaptarse al entorno sino hacer que el entorno se adapta a él. Muchas veces eso se hace tan mal que el entorno termina por dificultad o incluso poner en peligro la supervivencia del ser humano, como ocurre en la película, cuando en el inicio se explica que, ante la alarma del calentamiento global, la humanidad escampa un agente químico en la atmósfera para bajar las temperaturas, lo que empeora la situación y provoca una nueva glaciación global, por lo que el personaje de Wilford construye un tren para que sobrevivan en condiciones admisibles los supervivientes de la glaciación. A cada cambio drástico del entorno la solución del ser humano no es adaptarse a ese cambio sino provocar otro cambio, un nuevo cambio que muchas veces termina empeorando la situación hasta tal punto que ya resulta imposible adaptarse al entorno y se tiene que volver a cambiar el entorno. Al final la adaptación del entorno no tiene sólo como objetivo el garantizar la supervivencia de la raza humana, sino también el redimir los fracasos de las anteriores adaptaciones del entorno.


Es de esta manera, con la adaptación del entorno al ser humano, como se inicia el capitalismo, la sociedad de consumo. El ser humano, en vez de ir de un sitio a otro buscando comida, es decir, en vez de ir de un sitio a otro para sobrevivir, lo que hizo fue establecerse en un sitio y en ese sitio recolectar y criar su propia comida, de la que consume una parte y la otra parte la intercambia con otros recolectores y criadores a cambio de otras cosas que necesita y de las que carece. Así se inventa el capitalismo, la sociedad de consumo, porque el ser humano pasa de ser nómada a sedentario, es decir, pasa de adaptarse él al entorno a hacer que el entorno se adapte a él.

El capitalismo, la sociedad de consumo, no sólo es un sistema de desarrollo y mantenimiento económico, se ha ido convirtiendo también en una ideología. Ya no se consume sólo por necesidad, se consume también por ideología, por creencia a la sociedad de consumo. El capitalismo ha pasado de servir a la sociedad en pos de un incremento de su bienestar a ser algo a lo que la sociedad sirve. El capitalismo ya no sirve a la sociedad sino que es la sociedad la que sirve al capitalismo. El capitalismo ya no tiene la función de garantizar la supervivencia de la sociedad, sino que es la sociedad la que tiene la función de garantizar la supervivencia del capitalismo. El capitalismo se ha convertido en algo a lo que la sociedad tiene que servir, en algo que está por encima de la sociedad que la ha creado, el capitalismo se ha convertido en una deidad. Esto se puede ver en la simbología del capitalismo ¿Cual es el símbolo más reconocido y popular del capitalismo? El signo del dólar, $. ¿Alguien ha visto el reverso de un billete de dólar estadounidense? Aparece escrito en medio el lema “En Dios confiamos”, y a la izquierda podemos observar, a lo alto de una pirámide, la imagen del ojo de la providencia, el símbolo de la vigilancia de Dios sobre la humanidad. Esto lo explica muy bien en “Snowpiercer” la ministra Mason, el personaje interpretado magistralmente por Tilda Swinton. “¡La máquina es sagrada! ¡Wilford es divino!” En la película la connotación fanática-religiosa del capitalismo es tal que imperativamente todo es sacrificable en pos de su supervivencia: vidas humanas, naturaleza, etc. La película viene a decir que el capitalista verdadero, el que cree fervientemente en el capitalismo, es un miserable malnacido al que no le importa vida humana que no sea la suya, un egoísta hijo de puta.


En “Snowpiercer” el capitalismo, la sociedad de consumo, es lo que acaba destruyendo el mundo, y al reproducirse la misma sociedad de consumo en un tren, vuelve a producirse el mismo fenómeno y el mundo que es el tren acaba también por destruirse. En “Snowpiercer” se muestra el capitalismo como un fenómeno que debe su supervivencia a una perpetua crisis in crecendo en el que llegará un punto en el que será inasumible para la misma e implosionará. Para la película el capitalismo sobrevive a modo de consumir más de lo que produce hasta la agotación, provocando a largo plazo nada más que devastación. Cuanto más se consumen los recursos más se agotan estos y más devastado queda el entorno.

Esto queda perfectamente ejemplificado en una escena de la película en el que el protagonista y unos cuantos amigos suyos de las sección de cola entran en el vagón del acuario y comen sushi mientras ven por la ventana como afuera el mar está congelado y hay decenas de gigantescos buques varados, volcados y también congelados. La sociedad come sushi mientras mira el mar que ha arrasado.

“Snowpiercer” camina hacia la misma conclusión que otras propuestas como “Saló o los 120 días de Sodoma” o “Porco Rosso”. El capitalismo es fascismo, el capitalismo es una equivalencia a un sistema antidemocrático y autoritario. Fijémonos en el primer plano de la película dentro del tren, plano frontal detalle de los brazos de un guardia sujetando un fusil. En el primer plano dentro del tren ya se nos resume cual es la situación en el interior del tren, el totalitarismo, el dominio de unos pocos privilegiados sobre un grupo numéricamente mucha mayor y viviendo proporcionalmente en condiciones precarias.

Pero “Snowpiercer” va más allá y propone como orden democrático precisamente la antitesis del capitalismo, el comunismo, que sólo puede vencer al capitalismo mediante la revolución. Y no sólo eso. Además la película, en un ejercicio de autocrítica ideológica, admite y muestra el fracaso de toda revolución comunista, y funciona como una ejemplificación de la revolución rusa de 1917 y sus posteriores consecuencias, emulando la “Rebelión en la granja” de George Orwell. No es difícil ver en el personaje de John Hurt una emulación trotskyana y en el personaje de Wilford una representación stalinista.


Del mismo modo que sucede con la adaptación del entorno, cada revolución de significativa escala no sólo se hace con la intención de conseguir un sistema mejor en el futuro sino también con la intención de redimir las pasadas revoluciones fallidas. No es complicado ver detrás de cada fascismo una revolución fallida que ha fracasado en sus objetivos, como fue la revolución rusa de 1917 o la primavera árabe en Egipto. El personaje de John Hurt, al comprender que el tren ha fracasado en su objetivo de redimir los errores del viejo mundo, y que lo que ha hecho es precisamente copiar y perpetuar dichos errores, ve entonces la revolución que inicia el protagonista como una revolución que pueda redimir algo en lo que él creía y en lo que participó y en lo que sacrificó tanto. Finalmente la revolución de Curtis, el protagonista, termina fracasando cuando, llegando al final, se ve destinado a sustituir a Wilford y mantener continuamente su sistema. Curtis entiende entonces que, si la humanidad no es capaz de redimirse, entonces de merece la salvación. Sin embargo, en su final, la película ofrece un poco de esperanza cuando, después de una devastación aparentemente definitiva, lo poco que resta de la humanidad se redime empezando a adaptarse al entorno en vez de hacer que sea el entorno el que se adapte.

La historia está muy bien planteada y desarrollada. En éste aspecto el guión cumple con lo que debe. Los personajes están bien construidos, y además muy bien interpretados. De hecho Chris Evans hace una muy buena actuación en la película, y tiene mérito porque comparte escenas con John Hurt y Tilda Swinton, que son mucho mejor actores que él, y aun así Evans no queda aminorado, aguanta muy bien delante de Hurt y Swinton. Por supuesto Jamie Bell está estupendo, es un actor joven pero muy talentoso como ha ido demostrando estos últimos diecisiete años desde que protagonizara “Billy Elliot”. En cuanto a John Hurt, Tilda Swinton, Octavia Spencer y el resto del reparto principal hacen unas actuaciones muy buenas, porque son actores muy buenos y experimentados, y además en esta película se lo curran, resulta evidente que sus personajes les estimulaban mucho a la hora de actuar.


La fotografía de Hong Kyung-pyo (que repite con Joon-ho después de “Mother”) es impresionante. El trabajo de fotografía en “Snowpiercer” es maravilloso, el uso de la luz y el tratamiento de distancia focal que hace Kyung-pyo en la película ofrece un resultado que es para verlo una y otra vez. Magnífico trabajo de Kyung-pyo.

Todo lo que es el diseño de producción también está excelentemente resuelto, los decorados son increíbles, así como todo el trabajo de atrezo y el diseño de vestuario. El nivel de detallismo del aspecto artístico de la película es abrumador. El director muestra muy bien visualmente el espacio escénico del tren, va mostrando las diferentes secciones, los diferentes vagones, uno a uno, de la cola a la cabeza, a abajo a arriba. Joon-ho muestra así cómo está jerarquizada la sociedad dentro del tren, de modo piramidal (recordemos la pirámide que se puede observar en el reverso del billete de dólar estadounidense), no de modo lineal (valga la redundancia hablando de un tren).

En resumen. “Snowpiercer”, pese a no ser la mejor propuesta del director Bong Joon-ho (sus mejores obras siguen siendo “The host” y “Memories of murder”), resulta una película altamente notable, incluso excelente técnica y artísticamente. Una obra de visionado ineludible.

Mi calificación es: