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martes, 28 de febrero de 2017

CRÍTICA SUFRAGISTAS (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

“Sufragistas” es una película dirigida por Sarah Gavron, escrita por Abir Morgan (quien escribió el libreto de “La dama de hierro”), y protagonizada por Carey Mulligan, Helena Bonham Carter, Brendan Gleeson, Ben Whishaw y Meryl Streep haciendo un breve papel.

La película está ambientada en Inglaterra a principios del siglo XX y cuenta la historia de Maud, una mujer que trabaja desde los siete años en una lavandería industrial. Es trabajo muy duro porque trabaja muchas horas y cobra poco, y además el jefe es un cabrón. Pero Maud no puede dejar el trabajo porque tiene que mantener a su marido y su hijo. Maud se hace sufragista y por eso su marido la hecha de su casa y da su hijo en adopción.

¿Qué es eso de las sufragistas? Porque es lo que da título a la película. Las sufragistas eran un grupo de mujeres que activamente, a veces de forma vandálica e incluso violenta, luchaban por los derechos de las mujeres, particularmente para que las mujeres tuvieran derecho a votar. Sí, sí; tal que así. Hace cien años en Inglaterra, y prácticamente casi en todos los países, las mujeres no tenían derecho a votar solamente por ser mujeres ¿Os lo podéis creer? Bueno, una historia... Claro, la gran mayoría de las mujeres estaban indignadísimas. Pagaban sus impuestos, de media trabajaban más horas que los hombres, cobraban menos que los hombres, se veían muchas veces expuestas a abusos por parte de los hombres en el trabajo y se tenían que aguantar porque necesitaban lo poco que ganaban con el duro trabajo, pero no podían votar. No sólo no podían votar sino que tampoco podían ser elegidas en cargos públicos, no podían ejercer la abogacía, no podían tener una cuenta propia a su nombre en el banco... algo acojonante.

El caso es que las mujeres no podían votar porque no era legal, la ley no permitía que las mujeres tuvieran derecho a voto. La mayoría de los hombres consideraban a las mujeres como poco menos que perpetuas menores de edad, muchísimo menos inteligentes que los hombres (cuando se ha demostrado que es al revés), que no tenían la capacidad intelectual necesaria para comprender el sufragio y que por lo tanto no debían tener derecho a sufragio, no podían decidir por ellas mismas, tenían que estar siempre tuteladas por un hombre (padre, marido o hermano) y obedecerle.


Claro, aquello era indignante, era muy injusto. Las mujeres no podían votar a los legisladores que legislaban leyes que les afectaban a ellas. Si los legisladores legislaban leyes que afectaban a las mujeres, lo menos es que las mujeres pudieran votar a dichos legisladores. Muchísimas mujeres se manifestaban pacíficamente pidiendo que aprobaran legalmente el sufragio femenino, de ahí que fueran conocidas como sufragistas, pero por mucho que se manifestaran pacíficamente la gran mayoría de los hombres no les hacían ni puto caso, ni mucho menos los legisladores del parlamento británico. Se burlaban de ellas. Les preguntaban, como sale muy bien representado en la película ¿Que supondría para ti poder votar? O ¿Qué harías con tu voto? Coño, pues lo mismo que supondría para un hombre y lo mismo que haría un hombre. Es que es algo de sentido común.

Claro, pasaban los años, pasaban las décadas, y seguían sin dejar votar a las mujeres, mientras que los hombres sí podían. Como con la lucha pasiva no se conseguía nada, porque no sólo no les hacían caso sino que a veces incluso las hostiaban, las sufragistas pasaron a la lucha activa, y empezaron a ejecutar actos vandálicos e incluso violentos. A pesar de la brutal represión policial las sufragistas no se rendían y continuaban reivindicando el ejercicio de los mismos derechos que ejercían los hombres.

“Sufragistas” es una película muy necesaria porque plantea una cuestión sujeta a mucho debate ¿Es lícita la actuación violenta para conseguir unos derechos legítimos que no se han podido conseguir con la lucha pacífica? ¿No es condenable e injustificado todo acto violento que no sea por defensa propia? ¿Cual es el alcance de la legítima defensa? ¿Sólo es admisible la individual o también es lícita la defensa propia colectiva? ¿Es restringible la defensa propia sólo a las agresiones físicas e inmediatas? ¿Se puede considerar legítima defensa, defensa propia, acciones políticas de carácter colectivo? ¿Usar la ley para negarle el voto a una colectividad e impedir que dicha colectividad pueda ejercer ese derecho justifica un recurso violento de dicha colectividad como legítima defensa, como defensa propia?


Cabe preguntarse, con el relato que hace “Sufragistas”, si la obediencia a la legalidad es una obligación inexcusable, o si cabe incumplirla por consciencia cuando se considera que es injusta. Claramente la determinación de si una ley es o no injusta no deja de ser subjetiva, y por tanto es normal que el ordenamiento jurídico no admita la desobediencia a la ley por muchas razones de consciencia que se tenga. Pero si nunca se hubiese desobedecido una ley aunque se considerase esta injusta, seguramente ahora las mujeres seguirían sin poder votar, la segregación racial seguiría aplicándose en el sur de Estados Unidos, país que por otra parte no existiría, los trabajadores no podrían acogerse a los derechos laborales que ahora dan por sentado, etc. Precisamente con el incumplimiento de la ley por parte de una colectividad se ha conseguido el sufragio femenino, el fin de la cobertura legal a la segregación racial, etc.

¿Pero hasta dónde se puede llevar el incumplimiento de la legalidad por razones de consciencia? ¿No es arriesgado valerse de algo tan subjetivo como la supuesta injusticia de una ley? ¿Qué garantiza que no se use como excusa de los que simplemente buscan justificar un incumplimiento de la ley que se hace ilícitamente y no por consciencia? Por estas preguntas que plantea “Sufragistas” es una película muy oportuna. Nunca está demás que las generaciones actuales, que dan por descontada lógica y sentido común la gran mayoría de los derechos que hoy en día ejercer libremente sin mayor problema, (por ejemplo, el derecho a votar -según qué, también cabe remarcar, por que en muchos países los gobiernos no dejan votar según qué cosas-), recuerden que conseguirlos costó mucho trabajo, sufrimiento, y hasta vidas.


Ya con eso queda justificado el que se haga la película, tan necesaria que deberían emitirla en los colegios y los institutos. La película muestra como en aquella época la mayoría de los hombres se aferraban a una posición que ellos mismos ya eran conscientes de que era irracional, ilógica e injusta, pero que se negaban a cambiarla por falta de catadura democrática.

“Sufragistas” no llega a ser una película muy notable, pero sí muy correcta. Las actuaciones son muy notables, sobretodo destacan Carey Mulligan y Brendan Gleeson. La ambientación está muy bien conseguida; todo lo que es el diseño de producción, todo el trabajo de ambientación introduce al espectador en la película. Hay un muy buen trabajo de fotografía del barcelonés Eduard Grau (“Buried”, “Un hombre soltero”, “Honor de cavalleria”), y en general los 14 millones de dólares de presupuesto están bien aprovechados.

El guión, sin embargo, aunque no está mal, peca de momentos lacrimógenos buscados forzadamente. La dirección de una no muy curtida Sarah Gavron no es muy destacable, y el el ritmo decae en algunos momentos. En general, analizándola desde un valor puramente cinematográfico, “Sufragistas” está bien, se deja ver, aguanta varios visionados, y aunque en algunos aspectos se podría haber mejorado en otros destaca muchísimo.

Mi calificación es: