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domingo, 18 de marzo de 2018

CRÍTICA ALGO MUY GORDO (2017), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Berto Romero empieza un intenso rodaje donde protagoniza una ambiciosa comedia de ciencia-ficción. La producción empieza bien, pero no tarda en sumarse complicaciones en los avatares de la grabación que ponen riesgo la continuidad del proyecto. Problemas de salud del protagonista, inseguridad del director, incompetencia de algunos técnicos, constantes cambios de guión, tensas discusiones entre miembros del equipo... Berto intentará vencer estas adversidades, y se implicará personalmente en sacar adelante la película. 

CON SPOILERS 

“Algo muy gordo” se presenta como un particular ejercicio de metacine. No es la primera vez que se hace una película sobre el proceso de realización de una película, el último ejemplo lo tenemos en la interesante “The disaster artist”, pero también podemos recordar “RKO 281”. “Hitchcock”, o “La noche americana”. Aunque el material en el que más se inspira “Algo muy gordo”, y de manera muy patente, es en el cómic de Superlópez “La gran superproducción”, con el que comparte su visión de la realización cinematográfica como una extrapolación del siglo vital de cada uno, y su abarcamiento de sucesos desastrosos y absurdos de la vida real como obra fílmica tragicómica. 

Aparentemente, Carlo Padial ha rodado la propia imposibilidad de rodar, pero su propuesta va más allá. La película se presenta como el making of de una ficticia superproducción española, y es un tratamiento muy interesante, porque el desarrollo de producción de una película, de por sí, ya da para una película. El proceso de realización de una película, sobretodo de ciertas películas, es tan complejo, laborioso, difícil, problemático y crítico que, algunas veces, es tanto o más interesante, emocionante y apasionante conocer y ver cómo se hizo una película que la película propiamente dicha.


“Algo muy gordo” muestra el rodaje de una película, pero no habla de eso, habla de la vida. Padial usa el rodaje de una película como un ejemplo de como es la vida, de las vicisitudes de nuestra existencia. Dirigir una película no es nada comparado con dirigir tu propia vida. Los que saben dirigir muy bien una película son los que saben dirigir muy bien su propia vida, que es precisamente lo contrario de lo que le ocurre al personaje de Carlo Padial (interpretándose a sí mismo) en “Algo muy gordo”. En una película el director debe dirigir a los actores, debe dirigir a los jefes de departamento, debe saber lo que quiere y cómo lo quiere, debe planear y planificar lo que quiere, debe saber solventar los problemas que se presentan, debe atenerse a hacer lo que pueda con el presupuesto del que dispone o conseguir un aumento del mismo, etc. La vida es lo mismo, pero muchas veces los actores no hacen lo que tú quieres que hagan, los técnicos no saben como hacer lo que deben hacer o lo hacen mal, no sabes muy bien qué es lo que quieres o cómo lo quieres, no planeas ni planificas muy bien lo que pretendes conseguir, no sabes resolver los problemas que te afectan, no puedes ajustarte al dinero que tienes ni puedes conseguir más, etc. 

“Algo muy gordo” enseña dos maneras distintas (la de Berto Romero y la de Carlo Padial) de enfrentarse a los problemas y aceptar el fracaso, no tanto en un rodaje, que también, como en la vida. No se centra en una única vía, sino que muestra el seguimiento de dos personajes que inician un camino juntos, hasta que uno de ellos lo abandona por la dificultad del mismo y decide tomar otro camino, y el otro personaje decide seguir y tratar de solventar los obstáculos que se va encontrado para tratar de alcanzar su objetivo. A uno lo acabamos viendo en el hospital, en bata, con una muñeca vendada, y al otro lo vemos avanzando por una senda que le frustra, le agobia, le deprime, le causa estrés. Son dos maneras distintas de afrontar la vida que se simplifican en dos maneras distintas de afrontar un rodaje.


El resultado es una tragicomedia donde el espectador es testigo de hechos que no tienen ninguna gracia para los personajes y aun así se ríe. Al ver la película, el espectador aprende a observar su propia vida desde fuera, y se da cuenta de que puede encontrar la comedia no sólo en el humor sino también en la tragedia, y aplicarlo a su propia vida. Escenas como la de la grabación de la explosión de un coche son una buena muestra de ello. 

El modo de presentar la película como el making of de una película resulta bastante curioso, pero podría haberle sacado mucho más partido a la historia de haber sido una película de ficción sobre el rodaje de una película, como la ya mencionada “La noche americana”, y sin dejar de abarcar casi únicamente el rodaje de la película y no salirse de ese marco. Aun así, “Algo muy gordo” es una propuesta destacable por su originalidad y su intencionalidad, y su buen acabado, pues puede pasar perfectamente como el documental sobre el rodaje de una película. Tampoco es ni mucho menos una gran película, pero tampoco lo pretende, su única ambición es ser un ejercicio de metacine que profundiza sobre la vida y los modos de afrontarla.

Mi calificación es: