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sábado, 1 de junio de 2024

CRÍTICA LA MALDICIÓN DE LA FLOR DORADA (2006), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Esta obra maestra cinematográfica de Zhang Yimou ofrece una sensacional experiencia visual y emocional, y una fascinante exploración de la compleja dinámica familiar y el poder en un contexto histórico cuidadosamente recreado. Este film se despliega en un vibrante lienzo histórico ambientado en la dinastía Tang, durante el siglo X, creando una atmósfera que combina la opulencia de la corte imperial con la tragedia de una familia sin sentido del humor, propensa a las rencillas y desgarrada por la traición y la ambición, que terminan en un clímax shekaspeariano, y la fachada de portentosa belleza dorada se desmorona en una sangrienta orgía de decadencia dinástica.

La película tuvo un presupuesto de 45 millones de dólares, lo que la convirtió en una de las producciones más costosas de la historia del cine chino hasta ese momento. Gran parte del presupuesto se destinó a la creación de escenarios opulentos, vestuario detallado y efectos visuales.

La mayor parte del rodaje se llevó a cabo en estudios de cine en China, con escenarios construidos específicamente para la película. El set del palacio imperial, en particular, fue un logro arquitectónico impresionante, diseñado para capturar la grandiosidad y la opulencia de la dinastía Tang.

El vestuario fue diseñado por Yee Chung-Man, elaboró cada pieza con meticuloso detalle, utilizando técnicas de bordado tradicionales para capturar la autenticidad histórica. El uso del color y los materiales lujosos reflejaron la riqueza de la corte imperial y contribuyeron significativamente a la estética visual de la película.
 

Desde los primeros planos, la película atrapa al espectador con su deslumbrante estética visual. Yimou, conocido por su maestría en la utilización del color y la composición visual, lleva estas habilidades a su máxima expresión. El uso del dorado, en particular, es omnipresente y simbólico, representando tanto la riqueza y el poder de la familia imperial como la corrupción y la decadencia que los consume. Las escenas del palacio, con sus decoraciones meticulosas y trajes intrincadamente bordados, son un festín para los ojos, destacando el detallismo y el compromiso de Yimou no sólo con la grandiosidad visual sino también con la autenticidad histórica.

El contexto histórico de la dinastía Tang (618-907) está marcado por intrigas políticas, rebeliones y conflictos internos que eventualmente llevaron a su declive. En "La maldición de la flor dorada," Zhang Yimou sitúa su historia en este contexto de opulencia y tensión. La película se desarrolla en el fastuoso palacio imperial, cuyo diseño y decoración reflejan la riqueza y el refinamiento de la época. La precisión en la recreación de los detalles históricos, desde los trajes hasta la arquitectura, añade una capa de autenticidad que enriquece la narrativa y sumerge al espectador en la grandeza y la decadencia de la corte imperial.

La historia se centra en la familia imperial, encabezada por el Emperador Ping (Chow Yun-fat) y la Emperatriz Phoenix (Gong Li). La relación entre estos personajes es el corazón de la trama, y su deterioro simboliza la corrupción y la disfunción dentro del sistema imperial. El emperador, un líder implacable y despiadado, mantiene un control estricto sobre su familia y su reino, utilizando la manipulación y la fuerza para consolidar su poder. La emperatriz, por otro lado, se encuentra atrapada en una red de intrigas y conspiraciones, luchando tanto por su supervivencia como por la de sus hijos.

El reparto protagónico de la película es estelar. Gong Li ("Adiós a mi concubina", "Memorias de una geisha") ofrece una actuación poderosa y matizada, capturando la complejidad y dualidad de un personaje infelizmente atrapado entre el deber y el deseo, la venganza y el amor, nobleza y la vulnerabilidad, haciendo que su destino sea aún más trágico. La emperatriz es una mujer fuerte y decidida, pero también profundamente herida y desesperada. La complejidad de sus emociones y motivaciones es interpretada con una sutileza que permite al público empatizar con su dolor y su lucha.
 

Chow Yun-fat, por su parte, personifica la frialdad y el autoritarismo del emperador con una presencia imponente en pantalla, transmitiendo una intensidad que subraya la tensión creciente entre los miembros de la familia, y destacando la soledad y la paranoia que acompañan al poder absoluto.

Los hijos de la pareja imperial también juegan roles cruciales en la narrativa. Cada uno de ellos representa diferentes aspectos de la tragedia familiar y las consecuencias de la ambición y la traición.

El guion es una cuidadosa construcción de intriga y tragedia. La narrativa explora temas universales como el poder, la lealtad, la traición y la desesperanza, todo ello enmarcado en la pompa y circunstancia del palacio imperial. La historia se desarrolla con un ritmo medido pero inexorable, construyendo una sensación de inminente catástrofe que culmina en un clímax devastador. La estructura de la trama, con sus giros y revelaciones, mantiene al espectador constantemente comprometido y emocionalmente invertido en el destino de los personajes.

La dirección de Zhang Yimou se destaca no solo por su ojo para lo visual, sino también por su capacidad para dirigir escenas de acción y drama con igual destreza. Las espectaculares secuencias de batalla son coreografiadas con precisión y elegancia, convirtiéndose en auténticas obras de arte en movimiento. Al mismo tiempo, las escenas más íntimas, cargadas de diálogos incisivos y miradas significativas, revelan las tensiones y los conflictos internos de los personajes con una intensidad palpable.
 

La música, compuesta por Shigeru Umebayashi, complementa perfectamente la atmósfera del film. La banda sonora mezcla influencias tradicionales chinas con arreglos orquestales, creando un paisaje sonoro que realza la emotividad y la épica de la narrativa. Cada nota parece resonar con el peso de la tragedia y la grandeza de los eventos en pantalla, haciendo que la experiencia cinematográfica sea aún más inmersiva.

Además de sus méritos técnicos y artísticos, "La maldición de la flor dorada" es una exploración profunda de la condición humana y las dinámicas familiares. Zhang Yimou utiliza el entorno histórico no solo como un telón de fondo, sino como un espejo que refleja las luchas atemporales de poder y deseo. La película invita a reflexionar sobre cómo las aspiraciones personales pueden corromper y destruir, ofreciendo una crítica incisiva de la ambición desmedida y la corrupción moral.

En términos ideológicos, la película se puede leer como una alegoría de la corrupción del poder y la inevitable decadencia que acompaña a un régimen autoritario. Zhang Yimou utiliza la opulencia de la dinastía Tang como una metáfora del exceso y la degeneración de las estructuras de poder. La riqueza y la grandiosidad del palacio imperial ocultan una podredumbre interna que eventualmente se desmorona, reflejando cómo la ostentación externa no puede sostenerse indefinidamente frente a la corrupción moral y política interna.

El Emperador Ping encarna la figura del líder totalitario que mantiene el control a través del miedo y la manipulación. Su dominio se basa en la vigilancia constante y la represión, tanto física como psicológica. Aquí podemos ver resonancias con la teoría del poder de Michel Foucault, donde el control se ejerce no solo a través de la violencia explícita, sino también a través de una vigilancia omnipresente que internaliza la obediencia en los sujetos.
 

Políticamente, "La maldición de la flor dorada" es una crítica a la política de intriga y la lucha por el poder que define a muchas estructuras gubernamentales. La familia imperial es un microcosmos de un estado totalitario, donde las luchas internas reflejan las luchas de facciones y las conspiraciones que a menudo caracterizan a los regímenes despóticos. La batalla final en el palacio, con sus elaboradas coreografías y su violencia estilizada, no es solo una confrontación física, sino una representación de la lucha política por el control y la legitimidad.

La figura de la Emperatriz Phoenix es analizar¡ble desde la perspectiva de la teoría de género y el feminismo. Ella es una mujer que, a pesar de su poder aparente, está atrapada en una estructura patriarcal que la subyuga y la utiliza como un peón en el juego del emperador. Su intento de rebelión y su trágica caída subrayan la dificultad de escapar de estas estructuras de poder. La película, por lo tanto, también es una crítica a la opresión de las mujeres y la imposibilidad de verdadera autonomía dentro de un sistema inherentemente patriarcal.

Desde un prisma psicológico, la desestructuración de la familia imperial es un estudio de la psique humana bajo estrés extremo y las consecuencias de la represión y la manipulación. El Emperador Ping actúa como el superyó freudiano, imponiendo su voluntad de manera despótica y controlando cada aspecto de la vida de sus súbditos. Su envenenamiento de la emperatriz es una manifestación del deseo de control absoluto y la eliminación de cualquier amenaza a su autoridad. En términos lacanianos, el emperador representa el Gran Otro, la figura de autoridad que define la ley y el orden en la estructura simbólica de la familia y el estado.

En conclusión, "La maldición de la flor dorada" es una obra cinematográfica que combina esplendor visual, actuaciones magistrales y una narrativa rica en emoción y significado. Zhang Yimou creó una película que no solo impresiona por su estética, sino que también conmueve y provoca reflexión. Es un impresionante testimonio de su habilidad como cineasta y una joya del cine contemporáneo que merece ser vista y apreciada una y otra vez.

Mi calificación es: