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sábado, 10 de enero de 2015

CRÍTICA DIAMOND FLASH (2011) . POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Violeta está dispuesta a lo que sea por encontrar a su hija desaparecida. Elena guarda un extraño secreto. Lola quiere saldar cuentas con su pasado. Juana necesita que alguien la quiera sin condiciones ni preguntas. Y Enriqueta sólo busca que le hagan reír. Estas cinco mujeres tienen algo en común, todas están relacionadas con Diamond Flash, un misterioso personaje que cambiará sus vidas para siempre.

Tras ver la ópera prima de Carlos Vermut es inevitable compararla con la novela “1Q84” de Haruki Murakami, no sólo por los aspectos que tienen en común, sino también por los detalles que diferencian ambas obras. Tanto “Diamond Flash” como “1Q84” cuentan una serie de situaciones cotidianas ambientadas en una historia de contexto ambicioso, las historias se van desarrollando cotidianamente pero en un ambiente alterado por una circunstancia sorprendente y aparentemente inverosímil. En “Diamond Flash” dicha circunstancia es la aparición de un superhéroe enmascarado.

Eso está muy bien, films como los de la saga “Millennium”, “El hombre más buscando” o “Solaris” juegan con mostrar la cotidianeidad de la vida de los personajes dentro de una contextualización y una ambientación ambiciosas. Si se hace bien es muy efectivo, permite contar grandes historias con presupuestos limitados.


Con respecto a eso la propuesta de Vermut está bien y es interesante, pero falla en la manera de contarlo, que es a través de los diálogos. Los diálogos deben aportar algo a la historia, y para el guión de “Diamond Flash” resulta muy evidente que Vermut se ha basado mucho en el cine de Hirokazu Koreeda, que retrata mucho (algunas veces en demasía) las escenas cotidianas de las vidas de los personajes. El problema de Vermut es que alarga los diálogos infinitamente sin necesidad. A diferencia de lo que ocurre en “1Q84”, en “Diamond Flash” los personajes hablan muchísimo pero dicen poco o nada. Debido a eso el ritmo de la película se vuelve incesantemente lento hasta acabar con la paciencia del espectador.

Es normal, teniendo en cuenta que resulta evidente que Vermut no ha dirigido “Diamond Flash” para los espectadores sino para sí mismo. Siendo ésta su primera película como director resulta comprensible, no es algo necesariamente malo, sin embargo es constatable que el guión necesitaba unas cuantas revisiones, no en la estructura, que está muy bien, sino en los diálogos, pues hacen que la película se alargue más de lo necesario y le acabe sobrando treinta minutos o más.

Es interesante como Vermut ha construido la estructura narrativa de la película a la hora de escribir el guión, mostrando cinco historias aparentemente inconexas entre ellas para, al final, unirlas en un nexo en común en los últimos dos minutos del film. En éste sentido es evidente que Vermut, en vez de coger un idea y desarrollarla hasta construir una trama, ha cogido unas cuantas ideas que le molan mucho, levemente inspiradas en el anime, y buscado el modo de unir dichas ideas relacionando los personajes de cada una de las historias. Es arriesgado, podía haberle salido mal, pero a pesar de que algunas de esas ideas que ha transmitido son bastante incomprensibles y difícilmente aceptadas por el espectador, todas las historias quedan bien unidas y de forma convincente.


La planificación visual de “Diamond Flash”, claramente inspirada en el comic, resulta lo mejor y más destacable de esta propuesta, pues el ingenio que Vermut tuvo que sacar de sí mismo para ajustar el proyecto al escasísimo presupuesto (apenas veinte mil euros) denota un esfuerzo por contar lo máximo posible mostrando lo mínimo posible, aunque no hubiera estado de más hacerlo también en el menor tiempo posible. En el film se pueden observan un gran despliegue de planos que, sin mostrar mucho, cuentan muchísimo. En ese aspecto Vermut se esmera en detalles que en un primer visionado pueden pasar inadvertidos, hecho debido a que al espectador le supone un infatigable esfuerzo el adaptarse a la exasperante lentitud del ritmo del film, y debido a eso no para tanta atención como podría prestarla si la película tuviera el ritmo que debiera. Es decir, si Vermut se hubiera esforzado en aligerar el ritmo de su película, los detalles que le dan calidad a la propuesta no pasarían desapercibidos debido la comprensible y justificada impaciencia y exasperación del espectador. Hace falta más de un visionado para percibir estos detalles que enriquecen la propuesta, pero el mal ritmo hace que la película no merezca un siguiente visionado por parte del espectador.

En conclusión, “Diamond Flash” es un interesante ejercicio de narrativa y una notable muestra de ingenio visual. Con su ingenio Vermut consigue hablar de muchos temas y mostrar muchas ideas con una propuesta austera. Sin embargo estas cualidades no compensan el hecho de que la falta de trabajo en los diálogos y en el ritmo del film son tan significantes, que inexorablemente terminan por bajar mucho la calidad de esta propuesta.

Mi calificación es: