Esta película dirigida por Luis García Berlanga ofrece una mirada satírica y mordaz a la burocracia, la moralidad y la invasión del Estado en el vivir de los ciudadanos.
La dirección de Berlanga es impecable. Su habilidad para mezclar el humor negro con la crítica social es simplemente magistral. El director presenta una historia aparentemente simple cuya premisa se convierte en un buen vehículo para explorar hábilmente temas controvertidos. José Luis, un hombre que inicialmente se muestra reacio a seguir los pasos de su suegro como verdugo, eventualmente se ve obligado a hacerlo debido a las circunstancias. Esta transformación gradual del personaje principal refleja la presión social y la inevitabilidad del destino en la España de la época. "El verdugo" cuestiona la moralidad de la pena de muerte y la naturaleza misma de la justicia. A través del protagonista, el espectador se ve confrontado con preguntas sobre la ética de quitarle la vida a otra persona, incluso en el contexto de la ley.
El guion, coescrito por Berlanga y Rafael Azcona, es afilado y lleno de ingenio. Con la comedia trágica se utiliza situaciones absurdas y diálogos ingeniosos cargados de dobles sentidos y sarcasmos, para comentar sobre la hipocresía y la corrupción en la sociedad, lo que añade capas de complejidad a los personajes y a la trama. La película está llena de momentos hilarantes, hay un kafkianismo subyacente que se hace evidente a medida que la historia avanza. Este enfoque único permite que la película sea entretenida y accesible para el público, mientras que al mismo tiempo plantea cuestiones tan profundas y provocativas.
El elenco es otro punto destacado de "El verdugo". Nino Manfredi ofrece una interpretación inolvidable como el ingenuo José Luis, cuyo dilema moral se convierte en el corazón de la película. También destacan José Isbert como su suegro, y Emma Penella como su mujer. También aparecen José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, José Sazatornil, Manuel Alexandre y Chus Lampreave, cuyas apariciones añaden más calidad a esta propuesta fílmica.
La fotografía de Tonino Delli Colli captura a la perfección la atmósfera opresiva y claustrofóbica de la España franquista, mostrando una planificación de encuadre que aprovecha los gags visuales para expresar visualmente lo que no se puede decir en los diálogos por cuestiones de censura.
El montaje, tanto externo como interno, como esos planos de movimiento de cámara que Berlanga se resiste a cortar, sirve como herramienta narrativa que aprovecha muy bien el espacio escénico. Aunque, personalmente, a mí me sobra la última escena. Yo hubiese terminado la película con el último plano de la penúltima escena y con el sombrero sin recoger.
La mezcla de humor negro, crítica social y profundidad emocional, en combinación con la brillante dirección, convierte a "El verdugo" en una obra relevante en la historia del cine español y merece ser vista y apreciada por generaciones venideras.
Mi calificación es:
