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lunes, 16 de mayo de 2016

CRÍTICA THE VVITCH (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Nueva Inglaterra, 1630. Un matrimonio de colonos cristianos, con cinco hijos, vive cerca de un bosque que, según las creencias populares, está dominado por el mal. Cuando el hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia se rebelan los unos contra los otros: un mal sobrenatural les acecha en el bosque cercano.

CON SPOILERS

En “La cosa” de John Carpenter un grupo de científicos encuentran en la Antártida los restos congelados de un ente venido del espacio exterior, la “cosa”, que uno a uno va acabando con los miembros del grupo, incluso pasando por uno o varios de ellos, haciendo que se enfrenten entre ellos. En “The vvitch” ocurre algo parecido. Una familia de colonos cristianos encuentran en un bosque cercano de Nueva Inglaterra otra “cosa”, otra “cosa” que uno a uno va acabando con ellos, incluso pasando por uno o varios de ellos, haciendo que se enfrenten entre ellos, pero esta “cosa”, a diferencia de “La cosa” de John Carpenter, no viene del espacio exterior, sino del espacio interior. En “The vvitch” la “cosa” no tiene una presencia física, corpórea, sino metafísica, intraexistencial. La bruja que da título a la película no es sino una proyección exterior de la “cosa” que proviene del espacio interior, no del espacio exterior.

¿Qué es esa “cosa” intraexistencial por la que la familia se ve maldecida? ¿Qué es el “aquello” que la familia proyecta en una bruja? Porque hay que tener claro que la bruja no es la “cosa” sino una proyección de la “cosa”. Entendemos “cosa” como una entidad que no es humana pero que está viva y posee una voluntad maligna. Podemos encontrar un buen ejemplo en “Solaris” de Andrei Tarkovski. En ese film soviético un psicólogo es enviado a una estación espacial que orbita alrededor del planeta Solaris porque los científicos que allí restan están perdiendo el juicio. Cuando el psicólogo llega a la estación descubre que Solaris no sólo es un planeta, es además un ente inteligente por sí mismo, un alienígena, que proyecta en la estación los deseos más profundos de los que habitan en ella.

En el film de Tarkovski el planeta Solaris es la “cosa”, el “aquello” que proyecta los más profundos deseos y temores de los que habitan la estación orbital, la entidad maligna que atormenta a los científicos. Y del mismo modo que sucede en “Solaris”, el entorno es el sujeto que proyecta el temor de los personaje, en “The vvitch” el entorno es la “cosa”.


El entorno en el que viven los personajes, la “cosa”, está determina por la voluntad de los mismos personajes, por eso en “the vvitch” la cosa viene del espacio interior, y no del espacio exterior, como en “La cosa” o en “Solaris”. El entorno condicionado por los personajes, el sujeto de la “cosa”, es la malsana y desconfiada educación y manera de vivir, el puritanismo, la moral restrictiva, el temor y la subyugación a una divinidad. Un condicionamiento confrontado a la propia naturaleza humana. Los siete miembros de la familia protagonistas, al ser incapaces de reprimir con su estilo de vida sus deseos, lo que ellos llaman “pecados”, causan que el entorno, el sujeto de la “cosa”, proyecte una manifestación de su miedo, caer en la tentación, pecar por convicción, que es como la familia determina que es una bruja, una pecadora por convicción, haciendo tratos con el diablo.

La proyección de la “cosa” es causada por el intento de los miembros de la familia de reprimir unos deseos y unos pensamientos que consideran pecaminosos, deseos y pensamientos de connotación sexual, en algunos casos incestuosa. La madre tiene fantasías eróticas con Jesús, el hijo mediano tiene deseos carnales con su hermana mayor, una adolescente por la que su padre siente una atracción física que intenta ocultar, la madre lo sabe y maltrata a su hija por celos, y el padre no la defiende por vergüenza, se niega a responsabilizarse de sus propios pensamientos y culpa a su hija de la atracción que siente hacia ella, acusándola de bruja para justificarse.

Ese es el trasfondo que nos encontramos en esta propuesta tan sorprendente como es “The vvitch”, un film de terror que no ofrece un seguido de set-pieces de sustos, que los podría tener, pero su director, Robert Eggers, los sustituye por una atmósfera malrollera, inquietante, muy tensa, algo que ayuda a transmitir la música y la fotografía. “The vvitch” se acerca más a una mezcla entre “El bosque” de Shyamalan y “La cinta blanca” de Michael Haneke que no a otra cosa.

Lástima de un final que no encaja, que rompe con todo lo anteriormente visto, y de una representación demoníaca muy fuera de lugar e innecesaria. La inquietante y terrorífica voz ya era suficiente, su visualización física final, en cambio, tira mucho para atrás. Sino fuera por esos detalles “The vvitch” sería una película perfecta.

Muy recomendable verla en versión original.

Mi calificación es: