[ÚLTIMAS CRÍTICAS] [DRAGSTER-WAVE.BLOGSPOT.COM.AR]

sábado, 2 de julio de 2016

CRÍTICA THE PROGRAM (2015), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Fui al cine al ver “The program” porque confiaba en la capacidad de su director, Stephen Frears, de su director de foto, Danny Cohen, y porque salen, en mayor o menor medida, cuatro actores cuyas actuaciones siempre disfruto: Ben Foster, Guillaume Canet, Lee Pace y Dustin Hoffman. Con estas cartas la mano tenía que ser buena sí o sí.

Cuando vi la película... se me cayó el alma a los pies, se me cayeron los cojones al suelo. Yo no me podía creer semejante despropósito. El director Stephen Frears y el guionista John Hodge hacen un ejercicio de hipocresía, cinismo y demagogia tan pretencioso, petulante y arrogante que me dan ganas de cogerlos a ambos y darles una fuerte patada en los huevos.

La película no retrata ni muestra la vida de Lance Armstrong, sino que está hecha con la única intensión de destrozar aún más su figura, con saña. Frears y Hodge retratan a Armstrong como un personaje hipócrita, mentiroso compulsivo, acosador, matón, drogadicto... Queda más que claro que la película no es objetiva, que no pretende mostrar la vida o parte de la vida de Armstrong, sino insultarle, acusarle, juzgarle, menospreciarle y despreciarle.

La “justificación” de Frears y Hodge para centrar la película única y exclusivamente en retratar a Armstrong de la manera en que lo retratan son las investigaciones sobre tramas de dopaje en el que presuntamente estaba implicado. Analicemos las bases de las acusaciones de Armstrong. Primero que trabajó con Michele Ferrari, que fue condenado por fraude deportivo. Eso no demuestra nada, trabajar con alguien que ha cometido fraude no te convierte en partícipe de ese fraude. Pero es que además Ferrari fue posteriormente absuelto de todos los cargos, y eso la película no lo muestra, no lo explica. ¿Que más hay? Un libro de dos periodistas sensacionalistas de tercera categoría que recopilaba testimonios que afirmaban que Armtrong se dopaba, pero no aportaba pruebas, únicamente acusaciones, luego recusadas, de sujetos que podrían haber mentido y no aportaban garantías de que lo que afirmaban tuviera condición de verdad. Luego un ex-empleado de Armstrong que le acusó de doparse sin aportar ni una prueba que respaldara su acusaciones. El diario deportivo l'Equipe que acusaba continuamente a Armstrong sin aportar tampoco pruebas que fueran serías. Los testimonios de un ex-compañero de Armstrong, Frankie Andreu, y de su mujer Betsy, en el litigio de Armstrong contra la aseguradora SCA Promotions que se negaba a pagarle lo que le debía aduciendo a sospechas de dopaje, así que bien podría haber ocurrido que la aseguradora pagase a Frankie y Betsy para que cometieran perjurio y así no tener que pagar lo que le debían a Armstrong. El matrimonio aseguró que el ciclista había admitido consumir sustancias dopantes justo después de pasar por el quirófano durante su tratamiento contra el cáncer. El testimonio de los Andreu no fue respaldado por ninguna de las otras ocho personas presentes, incluido el doctor de Armstrong que según el testimonio preguntó a Armstrong sobre el consumo de sustancias dopantes. La Agencia Antidopaje de Estados Unidos acusa a Armstrong aportando testimonios presentados en un informe de mil páginas dónde no aportaban ni una sola prueba. En el informe sólo recogen testimonios que acusan a Armstrong, pero no recoge el testimonio de José Luis Rubiera, que declaró que nunca vio doparse a Armstrong en los cinco años en que coincidieron en su equipo. Y una confesión pública de Armstrong sin ninguna garantía de que tuviera condición de verdad, que no fuera forzada, y posterior a que le sancionaran, por lo que aunque dijera que nunca se dopó la opinión pública no le creería aunque fuese verdad porque la opinión pública ya estaba condicionada por la sanción.


Consideremos los hechos. Armstrong trabajó con Michele Ferrari, que fue condenado por fraude deportivo, pero eso no demuestra que Armstrong fuera partícipe de un fraude del que posteriormente Ferrari fue absuelto. Dos “periodistas” que querían jugar a ser Eduardo Inda para tener sus quince minutos de gloria y un perioducho deportivo francés que no soportaba que un yanqui ganara tantas veces el Tour de Francia. Un matrimonio que está claro que cometió perjurio a cambio del dinero que les ofreció SCA para no tener que pagar a Armstrong, como hacen todas las aseguradoras, que todos sabemos que no tienen escrúpulos en jugar sucio si les sale más barato que pagar una demanda. Una serie de testimonios cuestionables que no aportaban ni una sola prueba. Y una confesión de Armstrong después de que le sancionaran, pero que sin pruebas no significa nada, porque yo puedo confesar haber violado y matado a una niña que sino aporto pruebas que demuestren lo que digo mi auto-inculpación carece de condición de verdad. Todos esos hechos no son nada, no prueban que Armstrong se dopara. Sin embargo hay un hecho que sirve como prueba de que Armstrong no se ha dopado, y es que nunca ha dado positivo en una prueba anti-doping, y eso no es una acusación tipo Eduardo Inda ni un testimonio fácilmente desmontable, sino un hecho.

Con esto no afirmo que Armstrong no se haya dopado, no sé si se ha dopado o no. Sólo constato que no hay pruebas de que Armstrong se dopara, sólo conjeturas, testimonios no fiables, acusaciones sin fundamento de personas mezquinas que no tienen moral y no conocen la ética, y una confesión no concluyente. Y que por el contrario hay un hecho concluyente e innegable, que Armstrong nunca ha dado positivo en una prueba anti-doping. Por supuesto eso no es garantía de que Armstrong no se haya dopado alguna vez, pero es más lo que sustenta que Armstrong no se ha dopado que lo que sustenta que Armstrong se dopó.

Una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y no se ha demostrado lo contrario, pero eso a Frears y a Hodge les da igual, a ellos que no haya nada serio, concluyente y fiable que demuestre que Armstrong se dopara les da igual, porque la culpabilidad de Armstrong ya la aseguran ellos por sus cojones, y aseguran la culpabilidad de Armstrong independientemente de si las cosas son verdaderas o no son verdaderas. Eso a ellos les da igual, porque ellos no buscan la verdad, ellos buscan repartir mierda, echarle mierda a Armstrong, ellos buscan eso, y a partir de aquí cuanta más mierda puedan ir tirando mejor, aunque no puedan demostrar absolutamente nada, porque las cosas no las demuestran ellos, las demuestran las pruebas, los hechos, y no hay ni una prueba ni un hecho que demuestre lo que ellos ya afirman y aseguran con desvergonzada soltura y alegría.


Si alguna vez Frears y Hodge leen esta crítica no les debería sorprender que considere “The program” como una puta mierda, porque ver esta película no quiere decir que se tenga que ser necesariamente tonto y estúpido, sino más bien el hecho de escribir el guión de la película y dirigirla. Es lo que tiene la democratización de los medios para hacer películas, que posibilita que los imbéciles también puedan escribir guiones y dirigir películas, y encima ganar dinero con ello como si lo merecieran. Espero que Frears y Hodge no trabajen más en la industria del cine porque, con el grado de ignorancia que han demostrado con esta su más reciente (y espero que última) película, sería preocupante, e injusto, que tuvieran la oportunidad de seguir atacando personalmente a más personajes destacados por malicia.

Cuando se hace un biopic de un personaje destacado no se puede inventar cosas alegremente, hay que mostrar las hechos objetivamente, y sobretodo hay que mostrar los hechos que se saben ciertos, no lo que se dijera, no los rumores, no las envidias ni los chismorreos. Eso no sería un biopic sino un descrédito, una persecución irracional, un desprecio injustificable, que es lo que es “The program”. Frears y Hodge cometen la misma despreciable cobardía que hicieron Morten Tyldum y Graham Moore con “The imitation game” o Bill Condon y Josh Singer con “The fifth state”, se inventan los hechos con la intención de aumentar la carga dramática. Que la verdad nunca te estropee una buena historia, como se suele decir, y si no sabes la verdad no te molestes en investigarla, invéntatela. Es lo que debieron pensar Frears y Hodge, que para un biopic de Lance Armstrong era más interesante y dramático las acusaciones y las envidias que la supuesta verdad, y decidieron que las acusaciones y las envidias fueran la verdad. Como escribió el filósofo romano Marco Tulio Cicerón: “Como nada es más hermoso que la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad”. Eso es lo que en mayor parte hace de “The program” un producto asqueroso y repugnante, lamer la mierda de las suelas de tus zapatos es más agradable. Puede haber ética sin buen arte, pero no puede haber buen arte sin ética.

Pero no es sólo la falta de ética lo que hace que “The program” tenga la calidad cinematográfica de una boñiga de vaca. Frears no sólo muestra pretenciosidad, petulancia y arrogancia en el desarrollo de la historia, sino también en la planificación visual, anteponiendo la forma al contenido. Planos aberrantes y travellings in sin venir a cuento, únicamente porque molan y queda bonico, na más que pa eso. La fotografía no es mucho mejor. No sé lo que hizo el director de foto Danny Cohen, pero hay unos desenfoques horribles, quedan más feos que pegarle una patada a una niña en la boca. Y hay una escena con Dustin Hoffman que la mitad de su cara está quemadísima, que yo aluciné cuando lo vi en el cine. ¿Pero cómo le queman la mitad de la cara a Dustin Hoffman? ¿Pero qué puñetas hizo Danny Cohen ahí? ¿Estaba borracho, o ciego, o simplemente se encontraba mal y fue sustituido por un pato? Viendo esa escena con Dustin Hoffman me creería más que la foto de esa escena la hizo un animal de granja que no un director de foto profesional.


Los actores principales tampoco se pueden considerar un punto positivo. Ben Foster hace una actuación que yo simplemente no me la creía, Foster enfocó el personaje de manera totalmente errónea y desacertada. Lee Pace y Dustin Hoffman están muy desaprovechados. Guillaume Canet es el único que destaca y lo hace muy bien.

El guión no sólo peca de lo anteriormente mencionado, además ofrece una serie de diálogos que son de vergüenza ajena, lineas de diálogo tan simplonas, raras e irrelevantes que no se entienden. La estructura narrativa es ilógica. En una escena vemos como Armstrong conoce por primera vez a la que sería su mujer, eso quiere decir que es la primera vez que vemos al personaje de la mujer de Armstrong, y en la escena siguiente vemos como Armstrong y su mujer salen de la iglesia después de casarse. Y después el personaje de la mujer no sale en lo que queda de la película. El arco de la relación de Armstrong con su mujer, desde que la conoce hasta que se casa con ella, en la película dura veinte segundos, una trama que dura veinte segundos, y que presenta inicio y desenlace, no hay nudo, la elipsis elimina el nudo. ¿Porqué no lo desarrollaron más? ¿Qué sentido tiene presentar esta trama si no está bien desarrollada o no aporta nada? Que la hubiesen desarrollado bien o la hubiesen quitado. En “Rush”, por ejemplo, las relaciones que Niki Lauda y James Hunt tienen con sus respectivas mujeres están bien mostradas, desarrolladas, tienen inicio, nudo y desenlace, y aportan algo, sustentan las demás tramas. En “The program”, la película se centra única y exclusivamente en echar mierda sobre Armstrong, y no deja espacio para nada más. Si incluso en la película se menciona que Armstrong tiene hijos, y no se ven. Lance Armstrong no sólo ha tenido una vida profesional como ciclista, también una vida familiar y sentimental que para él seguro que era igual de importante en su vida. La película eso no lo muestra sino de forma muy breve, vagamente y mal contada.

Mencionar también el penoso maquillaje, que se nota vergonzosamente.

“The program” se va tan ricamente al contenedor de la basura, y espero que el próximo trabajo de Frears y Hodge sea de tertulianos en “Sálvame” o en cualquier otro programa basura de prensa rosa. Si lo único que les queda por hacer es echar mierda sobre famosos, inventarse cosas sobre ellos, al menos que lo hagan en el mismo cesto que las demás manzanas podridas.

Lo mejor: Guillaume Canet.

Lo peor: El asco que da la película.

Mi calificación es: