[ÚLTIMAS CRÍTICAS] [DRAGSTER-WAVE.BLOGSPOT.COM.AR]

sábado, 20 de junio de 2020

CRÍTICA MIENTRAS DURE LA GUERRA (2019), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

“Mientras dure la guerra” es una película española dirigida por el prestigioso director hispano-chileno Alejandro Amenábar, que también ha dirigido “Tesis” (1996), “Abre los ojos” (1997), “Los otros” (2001), que sigue siendo la película española más taquillera a nivel mundial, “Mar adentro” (2004), que ganó el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, “Ágora” (2009) y “Regresión” (2015). 

A pesar de no haber dirigido muchas películas, la carrera de Amenábar es muy exitosa. A parte del Oscar y el Globo de Oro, también ha ganado 9 premios Goya (los Oscar del cine español, a los que ha sido nominados 17 veces) y 2 premios del Cine Europeo. De las 7 películas que ha dirigido 6 han sido nominadas al Goya a la mejor película y 3 lo han conseguido. Sus películas como director suman una recaudación de 99,3 millones de euros sólo en España, 78 nominaciones a los Goya y 41 premios. Y ha dirigido a estrellas internacionales como Nicole Kidman, Rachel Weisz, Oscar Isaac, Ethan Hawke, Emma Watson, Penélope Cruz y Javier Bardem. 

La película narra los sucesos que ocurrieron en Salamanca durante los primeros meses de la Guerra Civil española desde el punto de vista del célebre escritor vasco Miguel de Unamuno, que en un principio decide apoyar públicamente la sublevación militar contra el gobierno de la república. Unamuno es inmediatamente destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad, pero es restituido por el Consejo de Burgos cuando las tropas del general Franco toman la ciudad. 

La deriva sangrienta y represora del conflicto por parte del bando rebelde causa que Unamuno cuestione su postura inicial y se replantee sus principios, que le lleva a su enfrentamiento con el fundador de la Legión el General Millán-Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. 


Con “Mientras dure la guerra” nos encontramos con otra y nueva propuesta que aborda no tanto la guerra civil española, que también, sino el tema de las dos Españas. No es la primera ni la mejor película que ha mostrado esta cuestión, que también se puede observar en, por ejemplo, “Balada triste de trompeta” (Álex de la Iglesia, 2010), “La reina de España” (Fernando Trueba, 2015), o “Los girasoles ciegos” (José Luis Cuerda, 2008). Esta temática también se ha explorado literariamente, por ejemplo en “Doña Perfecta” (Benito Pérez Galdós, 1876) o “Los santos inocentes” (Miguel Delibes, 1981). 

Esta cuestión viene de lejos, no sólo de la guerra civil, incluso más atrás de las guerras carlistas, anterior aún a la guerra de independencia, se podría intuir el principio teóricamente en la guerra de sucesión. En todo caso, hay dos España enfrentadas por lo menos desde hace tres siglos. Por una lado la España eternamente cutre, atrasada, involucionante, la España fascista, la España de Franco, la España monárquica y de servidumbre y vasallaje monárquico, la España del ordeno y mando, la España de derechas, la España nacional-catolicista, la España machista y homofóbica, la España totalitarista y dictatorial, la España autocrática, la España antidemócrata, la de la tauromaquia. Y por otro lado la España republicana, socialista, demócrata, cultural, europeista, culta, laica y aconfesional, tolerante, la España que trata de convencer en vez de imponer. 


El contraste entre las dos Españas, la lucha entre hermanos, la pintura negra de Goya, la riña de gatos, el duelo a garrotazos está ejemplificado en “Mientras dure la guerra” sobretodo en dos escenas, de las mejores de la película. En la primera, Franco, viajando en avión, le comenta a su hermano: “España es así, siempre a la gresca”. En la segunda, Unamuno se sienta en el suelo de un paraje natural con un ex-alumno suyo y ambos empiezan a discutir sobre sus ideas políticas y sobre las del otro, intentando convencer al otro de que él tiene razón y el otro se equivoca. Es una buena escena porque muestra los argumentos de las dos Españas en dos personas incapaces cada una en estar de acuerdo con la otra en sus ideas y sin embargos siguen siendo amigos. En ese momento del film Amenábar explica que la división no tiene porqué conllevar en enfrentamiento, que la división es compatible con la convivencia. En la escena, Unamuno y su ex-alumno mantienen una discusión muy acalorada, y al termina siguen siendo grandes amigos, respetándose mutuamente. 

Ambas escenas son como las dos España, muestran las dos maneras de entender España. La de Unamuno y su ex-alumno son dos personas pensando distinto y discutiendo acaloradamente a gritos, la de Franco y su hermano son dos personas pensando lo mismo y conversando tranquilamente a susurros. La diferencia radica en que unos, a pesar de la pasión y la vehemencia con la que defienden sus distintas ideas, aceptan la discusión ideológica como un condicionante saludable de la convivencia; otros, por el contrario, encuentran la discusión ideológica como un elemento negativo para la convivencia y la paz en su país, o al menos como ellos entienden la convivencia y la paz en su país. 


Mientras que Unamuno entiende la paz como el acuerdo entre varias formas de pensar, Franco entiende la paz como la supremacía y aceptación de sólo una forma de pensar, claramente la suya. Esa es la actitud ideológica de la España franquista, la de despreciar y atacar y hacer callar a los que no piensan como ellos, la de imponer a los demás su manera de pensar y de sentir y exiliarlos y fusilarlos y enterrarlos en las cunetas si no aceptan dicha imposición. Para esta gente la única España que hay y debe haber son ellos, por eso no les gusta los debates ni les gusta debatir, no porque no tengan argumentos (que también un poco es eso), sino porque encuentran que no se tendría que debatir, ven el debate como un elemento conflictivo. 

Muestra de ello es el clímax de la película en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, cuando Unamuno recita su discurso de “venceréis pero no convenceréis”. Millán-Astray se levanta y exige interrumpir Unamuno para que éste deje de opinar distinto, pero en el momento de rebatir no encuentra argumentos salvo uno: “¡España! ¡España! ¡España!” Ese es su único argumento, el único argumento que cabe en su mentalidad, el que justifica cualquier cosa. Por eso dice: “Muerte a los intelectuales”, porque la gente como Astray sólo sabe vencer en el campo de la fuerza, no en el de la razón, y no admiten perder, por eso sólo usan la fuerza y nunca la razón. 

Prueba de esto es que, antes incluso de estrenarse, “Mientras dure la guerra” ya recibió críticas negativas de la extrema derecha acusando a la película de ser propaganda comunista y de falsear la historia, y eso que quienes vertían esas criticas no sólo no habían visto la película sino que además manifestaban su intención de no verla nunca. 


No es la primera vez que Amenábar retrata el fanatismo ideológico en su filmografía, ya lo hizo en “Ágora”, y tiene motivos personales para ser tan crítico con el extremismo político. Alejandro Amenábar nació en Santiago de Chile, así que es chileno de nacimiento, hijo de padre chileno y madre española. La familia de su madre emigró a Chile para escapar del régimen de Franco, y luego la familia de Amenábar abandonó Chile tan sólo 15 días antes del Golpe de Estado de Augusto Pinochet porque ya presentían lo que iba a ocurrir. La familia de Amenábar se pasó media vida huyendo de los militares golpistas y los regímenes totalitarios. 

La dirección de Amenábar en “Mientras dure la guerra” resulta muy bien realizada, y no son pocos los momentos en que el planteamiento y desarrollo visual recuerda mucho al hacer de Steven Spielberg, comparación que no es gratuita porque el mismo Amenábar ha reconocido que durante el rodaje de la película, en el momento de construir una escena, se preguntaba cómo lo haría Spielberg. 

Tan excelente como la dirección de Amenábar es el trabajo interpretativo del reparto, en el que destaca el protagonista, Karra Elejalde como Miguel de Unamuno. Elejalde, ganador de 2 premios Goya como mejor actor secundario, también tenía motivos personales para actuar en la película, pues su abuelo paterno fue un republicano fusilado por los franquistas en la Guerra Civil. El actor vasco hace una actuación memorable encarnando al prestigioso escritor, recreación a la cual ayuda considerablemente el maquillaje, tan trabajado que cada día de rodaje tardaban 5 horas en maquillar al actor para que se pareciera físicamente a Unamuno y otra hora en desmaquillarle al terminar la jornada de grabación. 


Otra magistral actuación es la del actor catalán Eduard Fernández encarnando a Millán-Astray. Fernández, 12 veces nominados a los premios Goya ganando tres de ellos, hace de Astray un personaje histriónico sin salirse de la verosimilitud, ofreciendo un antagonista perfectamente creíble a la vez que propio de una historia ficticia-fantástica. 

Tampoco cabe olvidar la extraordinaria actuación de Santi Prego como Francisco Franco, con una encarnación del personaje tan perfecta como su recreación física. 

Otras actuaciones muy recordables, sobretodo por el increíble trabajo interpretativo, son las de Luis Bermejo encarnando a Nicolás Franco, hermano de Francisco Franco, y Luis Zahera haciendo de Atilano Coco, pastor protestante amigo de Unamuno. 

La película también destaca en la recreación histórica conseguida por el notable diseño de producción, sobretodo en los apartados de vestuario y escenografía. El trabajo de fotografía, dirigido por Álex Catalán (siete veces nominado al Goya, ganando uno de ellos por “La isla mínima”), resulta igual de reconocible. La música, compuesta por el propio Amenábar, muestra el mismo nivel artístico que los otros apartados. 

“Mientras dure la guerra”, que fue nominada a 17 premios Goya (ganando 5 de ellos en las categorías de maquillaje, vestuario, escenografía, dirección de producción y actuación de reparto para Eduard Fernández), resulta una propuesta técnica y artisticamente excelente a pesar del reducido presupuesto para un proyecto tan ambicioso, 4,3 millones de euros aprovechados a más no poder. De hecho, esta es la película menos costosa de Amenábar desde “Abre los ojos”. Aun así, el director muestra haber dirigido la película con pasión y dedicación, con gran rigurosidad histórica (dejando de lado necesarias libertades artísticas que en ningún caso cambian ni falsean la historia), haciendo de éste film una de las mejores propuestas cinematográficas que se estrenaron el año pasado.

Mi calificación es: