"Cincuenta sombras liberadas" es una obra maestra del despropósito cinematográfico, una joya del mal gusto, un monumento al fracaso artístico, una propuesta que no funciona como film erótico ni como film romántico ni como film ni como nada en general. Si alguna vez has pensado que Hollywood ha tocado fondo, esta película te demostrará que siempre se puede cavar más profundo.
El director James Foley, cuya carrera ha tenido más bajos que altos, parece haber decidido que en esta ocasión lo mejor era apuntar directamente al subsuelo. La narrativa de la película, cuya única profundidad es la de campo, es torpe y la dirección es tan inspiradora como una clase de gimnasia a las 4 de la madrugada. Las escenas se suceden sin cohesión ni sentido, como si se hubiera rodado cada una en un universo paralelo y luego se hubieran juntado al azar en la sala de edición.
Las actuaciones, oh, las actuaciones. Jamie Dornan y Dakota Johnson, quienes ya habían demostrado en las entregas anteriores su falta de química, aquí parecen dos estatuas de cemento armado. Dornan, cuyo Christian Grey debería exudar poder y magnetismo, se presenta con el mismo simpatismo que genera una pared. Johnson, por su parte, se esfuerza en dar vida a Anastasia Steele, pero el guión no le permite hacer más que morderse el labio. Los personajes tampoco son mejores, ni siquiera son empáticos. Grey y Anastasia son unos follados de la cabeza, unos comidos de la olla; egoístas, miserables, mezquinos, ruines, perversos, canallas, viles… personajes totalmente despreciables.
El guión es otro de los puntos flacos, o más bien el punto flaco por excelencia. Escrito por Niall Leonard, basado en la novela de E.L. James, el libreto es un desastre desde el principio hasta el fin, tiene la misma calidad artística que los excrementos que deposito en el inodoro cuando sufro diarrea, en comparación el guión de “Crepúsculo” parece una obra de William Shekaspeare. Las líneas de diálogo son tan artificiosas y forzadas que uno se pregunta si alguien realmente cree que los seres humanos hablan así. Las situaciones son absurdas y predecibles, la trama carece de lógica y consistencia, y el desarrollo de personajes es inexistente. Se supone que estamos viendo una historia de amor y redención, pero lo que obtenemos es un desfile de clichés y situaciones tan inverosímiles que desafían la más generosa suspensión de la incredulidad.
La ideología de la película radica en la perpetuidad de una visión de las relaciones de pareja que es profundamente tóxica y retrógrada. Christian Grey es presentado como un hombre controlador y posesivo, y esto se romantiza hasta el extremo. El mensaje implícito es que el amor verdadero implica dominación y sumisión, y que el abuso emocional y el control son aceptables e incluso deseables en una relación. Esta es una narrativa peligrosa que perpetúa ideas misóginas y machistas, presentando la relación de los protagonistas como algo aspiracional cuando en realidad es un manual de cómo no deben ser las relaciones de pareja.
Hablando de misoginia, la película no se queda corta. Anastasia es reducida a un objeto de deseo que debe ser moldeado y controlado por su pareja. Su independencia es constantemente socavada por un guión que insiste en hacerla parecer débil y necesitada de un hombre fuerte que la guíe, la proteja y la salve. La serie "Cincuenta Sombras" ha sido criticada por su representación distorsionada y peligrosa del BDSM, y esta entrega no hace nada para remediar esas críticas. En lugar de mostrar una relación basada en el consentimiento y el respeto mutuo, "Cincuenta sombras liberadas" ofrece una visión donde el consentimiento es ambiguo y el respeto brilla por su ausencia. En lugar de una exploración saludable del BDSM, lo que se ofrece es una visión patológica y problemática del deseo. La película sugiere que el deseo de control de Grey es una respuesta a sus traumas pasados, y que la sumisión de Steele es una forma de amor verdadero.
En su obra "Más allá del principio del placer", Sigmund Freud ya exploraba cómo los traumas y los deseos reprimidos pueden influir en el comportamiento humano. La película presenta a Christian Grey como un individuo marcado por un trauma infantil que canaliza su angustia a través del control y la dominación sexual. Sin embargo, en lugar de una exploración auténtica de la psicopatología, la película opta por una simplificación grosera que trivializa estos temas complejos.
Esto no solo caricaturiza las prácticas BDSM, que en realidad se basan en el consentimiento y el respeto mutuo, sino que también perpetúa mitos dañinos sobre la sexualidad y las relaciones. La narrativa simplista de que el amor puede curar cualquier trauma es peligrosa, porque minimiza la complejidad de los problemas psicológicos y emocionales.
Jacques Lacan argumentaba, en su concepto del "deseo del Otro", que el deseo humano es esencialmente un deseo por el deseo del Otro. En este sentido, la relación entre Grey y Steele es también una búsqueda interminable de validación y reconocimiento que nunca se satisface plenamente. La película, sin embargo, falla en capturar esta complejidad y se queda en una superficialidad que reduce el deseo a una mera transacción de poder.
Alfred Hitchcock manejó con maestría la psicología del deseo en "Vértigo", explorando las profundidades del deseo y la obsesión con una complejidad que está completamente ausente en "Cincuenta sombras liberadas". Hitchcock utilizó el suspense y la construcción de personajes para profundizar en los aspectos oscuros de la psique humana, mientras que "Cincuenta sombras liberadas" apenas sueña con rascar la superficie de esa pretensión.
Aparentemente "Cincuenta sombras liberadas" intenta ser una exploración del deseo y el poder. Sin embargo, lo que realmente encontramos es una superficialidad sin parangón. Esta película no trata sobre el deseo humano en su complejidad, sino sobre una fantasía de control y dominación que se vende como romance.
El personaje de Christian Grey se presenta como una figura de autoridad, alguien que ha logrado dominar sus propios demonios mediante el control absoluto sobre su entorno y su pareja. Pero este control es ilusorio. Grey es, en el fondo, un individuo vacío, cuya necesidad de control revela un profundo miedo a la pérdida de su propia subjetividad. Anastasia Steele, en cambio, es presentada como la heroína que “salva” a Grey de sí mismo, pero su construcción psicológica es igualmente vacía, pues sacrifica su libertad en el altar del amor tóxico.
Desde la perspectiva del psicoanálisis lacaniano, Grey y Steele están atrapados en un juego interminable de deseo y falta. Grey busca en Steele un objeto con que llenar su vacío interior, mientras que Steele busca en Grey una figura que le otorgue identidad y valor. Sin embargo, ambos fracasan en alcanzar una realización auténtica, porque su relación se basa en la alienación y no en el reconocimiento mutuo genuino.
En términos hegelianos, la dialéctica del amo y el esclavo se reduce aquí a una farsa donde ambos personajes se encuentran atrapados en una relación de dependencia mutua que no lleva a ninguna forma de superación espiritual o de autoconciencia.
Jean-Paul Sartre argumentaba, en su su concepto de la "mauvaise foi" (mala fe), que los individuos a menudo se engañan a sí mismos para evitar la libertad y responsabilidad que conlleva la existencia auténtica. Christian Grey, con su obsesión por el control, encarna perfectamente esta "mala fe". Al ejercer un dominio absoluto sobre su entorno y sobre Anastasia Steele, Grey está eludiendo la angustia existencial de confrontar su propia libertad y vacío interior.
Esta película es también un reflejo perturbador de las dinámicas de poder en las relaciones contemporáneas, pues romantiza un tipo de relación que está peligrosamente cerca del abuso, disfrazándolo de sofisticación y glamour. Aquí, la riqueza y el poder de Grey no solo permiten su comportamiento controlador, sino que también lo legitiman.
La sociedad de consumo encuentra en esta narrativa una manera de vender el control y la sumisión como parte de un paquete de lujo. El mensaje es claro: el poder absoluto de Grey es atractivo porque viene acompañado de helicópteros privados, casas lujosas y regalos caros. La sumisión de Steele es aceptable, incluso deseable, porque se traduce en una vida de opulencia. Así, la película perpetúa la idea de que la riqueza y el poder pueden justificar cualquier comportamiento, incluso aquellos que son éticamente cuestionables.
Este fenómeno puede entenderse mejor a través de la teoría de Pierre Bourdieu sobre el capital simbólico. Grey no solo posee capital económico, sino también capital simbólico, que le permite redefinir la moralidad en su relación con Steele. La película refuerza la ideología neoliberal que glorifica el poder y la dominación, y que al mismo tiempo deshumaniza y objetifica a las personas.
En conclusión, "Cincuenta sombras liberadas" es un fracaso monumental en todos los aspectos posibles. La dirección es incompetente, las actuaciones son mediocres (salvo la de la extraordinaria actriz Marcia Gay Harden), el guión es un desastre, y su ideología es, como mínimo, profundamente rechazable. Filosóficamente vacía, sociológicamente perniciosa y psicológicamente dañina, esta película no solo falla en entretener, sino que también envía mensajes peligrosos sobre las relaciones de pareja, perpetuando ideas tóxicas y retrógradas sobre el poder, el deseo y las relaciones humanas. Si alguna vez hubo un caso para argumentar que la cultura de masas puede ser profundamente perjudicial, "Cincuenta sombras liberadas" es ese caso.
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