Esta película, dirigida por M. Night Shyamalan, ha suscitado un amplio espectro de opiniones, desde el entusiasmo hasta la desaprobación. Sin embargo, al examinarla con detenimiento, se revela como una obra muy notable, rica en simbolismo, narrativa y construcción atmosférica.
La historia de "The Village" se centra en una comunidad aislada del siglo XIX que vive bajo el constante temor de criaturas misteriosas que habitan en el bosque que los rodea. Este planteamiento inicial ya ofrece una premisa intrigante, cargada de misterio y suspense. La narración se desarrolla con una precisión y cuidado meticuloso, desvelando lentamente los secretos ocultos de la aldea y manteniendo a la audiencia en vilo. Shyamalan demuestra su maestría en la creación de giros narrativos, llevando a los espectadores por un viaje emocional intenso y, a menudo, inesperado.
El elenco de "The Village" es estelar, y las actuaciones son uno de los pilares que sostienen la película. Bryce Dallas Howard, en el papel de Ivy Walker, ofrece una interpretación sublime. Ivy, ciega pero dotada de una visión interna profunda y una valentía inquebrantable, se convierte en el corazón emocional de la historia. Howard logra transmitir una vulnerabilidad y fortaleza que son conmovedoras y auténticas. Joaquin Phoenix, interpretando a Lucius Hunt, aporta una intensidad contenida y una profundidad emocional que complementan perfectamente el personaje de Ivy.
Adrien Brody, como Noah Percy, entrega una actuación memorable, llena de complejidad y matices. Su retrato de un joven con discapacidades cognitivas es sensible y matizado, evitando caer en estereotipos simplistas. William Hurt (cuya actuación en esta película merecía ser premiada con el Oscar) y Sigourney Weaver, como los líderes de la comunidad, aportan un peso y una gravedad a la narrativa, encarnando la dualidad entre la protección y el control.
Cabe hacer mención también del trabajo interpretativo de unos secundarios de lujo como son Jesse Eisenberg, Michael Pitt, Brendan Gleeson y Jayne Atkinson ("Criminal Minds", "House of Cards"), cuya labor actoral enriquecen en buena medida la película.
Uno de los aspectos más destacados de "The Village" es su extraordinaria ambientación. El diseño de producción crean un entorno que es a la vez hermoso y claustrofóbico. La aldea, con sus casas de madera, caminos de tierra y paisajes naturales, se siente auténtica y vivida. Cada detalle, desde el vestuario hasta la iluminación, está cuidadosamente diseñado para sumergir al espectador en este mundo aislado.
La fotografía de Roger Deakins es otro punto fuerte. Sus encuadres y el uso de la luz natural contribuyen a la atmósfera inquietante y melancólica de la película. Los colores predominantes —tonos ocres y verdes apagados— refuerzan el sentimiento de aislamiento y la amenaza omnipresente del bosque.
El uso del color en "The Village" es una de las herramientas narrativas más efectivas y visualmente impactantes de la película. Shyamalan utiliza una paleta cromática cuidadosamente seleccionada para reforzar los temas y emociones de la historia. El color rojo, por ejemplo, es extremadamente significativo y se asocia directamente con el peligro y lo prohibido. Los habitantes de la aldea lo evitan a toda costa, refiriéndose a él no por su nombre sino como "el color que no debe ser visto." Esta aversión al rojo simboliza el miedo a la tragedia, encapsulando la paranoia colectiva de la comunidad.
En contraste, el color amarillo se utiliza para representar la seguridad y la protección. Las capas amarillas que usan los habitantes cuando deben acercarse al bosque actúan como un talismán contra las criaturas temidas (a las que llaman "aque llos de los que no hablamos", creando una dicotomía visual entre el miedo (rojo) y la seguridad (amarillo). Además, los tonos ocres y verdes apagados predominan en la vestimenta y el entorno, subrayando la conexión de la comunidad con la tierra y su vida rústica y aislada.
La banda sonora compuesta por James Newton Howard es simplemente magnífica. La música, con su combinación de cuerdas melódicas y motivos inquietantes, amplifica las emociones y el suspense de la película. La partitura es a la vez hermosa y perturbadora, reflejando perfectamente los temas de amor, miedo y esperanza que atraviesan la narrativa.
El diseño de sonido también merece una mención especial. Los susurros del bosque, los crujidos de la madera y los sonidos ambientales contribuyen a crear una atmósfera envolvente y tensa. Cada sonido está meticulosamente seleccionado para aumentar la sensación de peligro y aislamiento.
"The Village" es más que una simple película de suspense; es una exploración profunda de la naturaleza del miedo, el control y la inocencia. La película plantea preguntas filosóficas sobre la protección y la libertad, y cómo el miedo puede ser utilizado como una herramienta de manipulación. Los líderes de la aldea, al crear un enemigo externo para proteger a su comunidad de los males del mundo exterior, reflejan realidades políticas y sociales contemporáneas.
Además, la película aborda el tema de la ceguera física y emocional. Ivy, a pesar de su ceguera, es la que realmente "ve" la verdad y posee el coraje para enfrentarse a lo desconocido. Esta dicotomía entre la visión y la percepción es un hilo conductor que enriquece la narrativa y añade capas de significado.
La referencia filosófica más clara en "The Village" es el mito de la caverna de Platón. Los habitantes de la aldea viven en una realidad construida por los Ancianos, quienes crean sombras de monstruos inexistentes para mantener a la comunidad en la ignorancia y el miedo. Al igual que los prisioneros en la caverna de Platón, los aldeanos son ajenos a la verdadera naturaleza del mundo exterior y están cautivos de una ilusión fabricada.
Esta situación es comparable a otras obras cinematográficas y literarias que exploran temas similares. Por ejemplo, en "Matrix" (hermanas Wachowski, 1999), los personajes viven en una realidad simulada creada por inteligencias artificiales para mantener a la humanidad subyugada. Similarmente, en la precursora "Dark City" (Alex Proyas, 1998) los habitantes de una ciudad son manipulados y sus recuerdos alterados por extraterrestres para estudiar el comportamiento humano.
En "Shingeki no Kyojin", los muros que protegen a la humanidad de los titanes funcionan de manera similar a los límites de la aldea en "The Village," donde el miedo al exterior es una construcción para mantener el control. En "Westworld," los androides (anfitriones) viven en una realidad fabricada para el entretenimiento humano, sin conocimiento de su verdadera naturaleza. "El show de Truman" (Peter Weir, 1998) es otro claro ejemplo. Estas narrativas, como "The Village," cuestionan la realidad percibida y examinan cómo el poder puede manipular y controlar la conciencia.
"The Village" puede interpretarse también como una reimaginación del mito del Jardín del Edén. La comunidad aislada, que se autoimpone una separación del mundo exterior para mantener su pureza e inocencia, recuerda la idea de un paraíso terrenal donde el mal no tiene cabida. Sin embargo, al igual que en el mito bíblico, esta utopía está construida sobre una mentira fundamental y el control totalitario.
Esta utopía autárquica es una ilusión ideológica que enmascara las contradicciones internas y la violencia subyacente. La comunidad crea un Otro externo (las criaturas del bosque) como un símbolo del miedo, un artificio destinado a mantener la cohesión interna a través del temor. Esta proyección externa del mal es esencial para mantener la narrativa ideológica que sostiene a la comunidad, similar a cómo algunas ideologías proyectan amenazas externas para justificar su existencia.
"The Village" examina cómo el miedo se utiliza como una herramienta de control social. Los líderes de la comunidad hacen uso del miedo a las criaturas del bosque para mantener el orden y evitar que los miembros cuestionen la estructura social. Esta manipulación del temor refleja las teorías de Michel Foucault sobre la biopolítica y el control de las poblaciones.
La creación de un enemigo externo es una táctica común utilizada por las élites para desviar la atención de las desigualdades y problemas internos. En "The Village", el miedo no solo preserva el orden social, sino que también impide la curiosidad y el deseo de explorar más allá de los límites establecidos, asegurando así la perpetuación del status quo.
La estructura de poder en "The Village" es profundamente autoritaria. Los Ancianos, que conocen la verdad sobre la inexistencia de las criaturas, ejercen un control absoluto sobre la comunidad mediante la perpetuación de un engaño colectivo. Este control totalitario se disfraza de protección benevolente, similar a cómo los regímenes autoritarios a menudo se presentan como guardianes de la seguridad y el bienestar.
Esta situación refleja la paradoja de la libertad en las "democracias" liberales modernas, donde la seguridad y la protección se utilizan como justificaciones para la erosión de las libertades individuales. La comunidad de "The Village" es, en última instancia, un microcosmos de cómo las estructuras de poder pueden manipular las percepciones y creencias de las personas para mantener su dominio.
La película presenta una comunidad que ha optado por un modelo de autosuficiencia y rechazo del progreso tecnológico. Este retroceso intencional es una crítica implícita al capitalismo y la modernidad, sugiriendo que el retorno a una vida más simple y comunal puede ser una solución a los males del mundo contemporáneo. Sin embargo, esta autosuficiencia está basada en una utopía insostenible y un control férreo sobre el conocimiento y la información.
Este modelo económico es una fantasía reaccionaria que ignora las realidades de la interdependencia global y la complejidad de las economías modernas. La película, entonces, expone la falacia de la nostalgia por un pasado idealizado que nunca existió en realidad, destacando las tensiones entre el deseo de simplicidad y la inevitabilidad del cambio y el progreso.
Este estudio cinematográfico de antropología social muestra cómo los pueblos construyen su identidad colectiva a través de rituales y mitos compartidos. Los rituales de la comunidad, como evitar el color rojo y no entrar en el bosque, son también mecanismos simbólicos que refuerzan la cohesión social y la identidad del grupo.
"The Village" es una obra cinematográfica que merece ser revaluada y apreciada por sus múltiples virtudes. M. Night Shyamalan, a través de su dirección y narrativa única, ofrece una película que es visualmente deslumbrante, emocionalmente resonante y temáticamente rica. Las actuaciones sobresalientes, la atmósfera cuidadosamente construida, y la música evocadora se combinan para crear una experiencia cinematográfica que perdura en la mente del espectador mucho después de que los títulos de crédito finales han terminado.
Si bien "The Village" puede haber sido divisiva en su recepción inicial, aquellos que se tomen el tiempo para explorar sus profundidades descubrirán una película que es tanto una apasionante intriga como una meditación sobre la condición humana que desvela las contradicciones y paradojas de nuestras aspiraciones utópicas y la realidad distópica del mundo contemporáneo. Es, sin duda, una joya en la filmografía de Shyamalan y un testimonio de su habilidad para contar historias complejas y emocionalmente ricas.
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