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viernes, 23 de marzo de 2018

CRÍTICA ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (2017), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Durante un viaje en el legendario tren Orient Express, el detective belga Hércules Poirot investiga un asesinato cometido en el trayecto, y a resultas del cual todos los pasajeros del tren son sospechosos del mismo. 

Son numerosos los detectives que la literatura ha ofrecido como entretenimiento base de la novela negra. Desde el relato policíaco puramente americano, hasta las aventuras detectivescas europeas, ha habido un seguido de personajes que el imaginario colectivo ha convertido en superdetectives; desde el más famoso, Sherlock Holmes, hasta el más típico del policíaco americano, Philip Marlowe, pasando por los franceses Maigret y Auguste Dupin, la anciana Miss Marple, y el caso que nos ocupa, Hércules Poirot, el detective belga más conocido junto con Tintín. 

Surgido de la pluma de Agatha Cristie, su popularidad literaria (33 novelas y 50 relatos cortos entre 1920 y 1975) propició la adaptación cinematográfica y televisiva de obras protagonizadas por el personaje, habiendo sido éste interpretado por varios actores de sobrada y conocida reputación interpretativa: Peter Ustinov, Albert Finney, Alfred Molina, David Suchet, Ian Holm... todos ellos británicos, al igual que Kenneth Branagh, que da vida al personaje en esta película que también dirige. 


Después de las estupendas “Thor” y “Jack Ryan: Operación Sombra”, y de la decepcionante “Cenicienta”, Branagh muestra un nuevo ejercicio de dirección, en éste caso con un no perfecto pero sí notable acabado. El actor y director británico muestra un estilo no presuntuoso pero sí ostentoso, acorde con el glamour y la categoría social de los personajes principales. El espectador es testigo, al ver la película, de una narrativa visual muy bien medida y presentada, y en ningún caso gratuita, al contrario, la cámara se mueve por dentro y por fuera del tren de una manera muy planificada, ofreciendo planos llamativos al igual que maravillosos. Los travellings, los planos cenitales, los planos aberrantes, los primeros planos y los planos secuencia que se presencian a lo largo del metraje quedan grabados en la memoria por su cuidada ejecución, no sólo en el movimiento y posición de la cámara y el encuadre, sino también por la fotografía, por el tratamiento de luz, por las actuaciones, y por todo el diseño de producción. 

A pesar de sus ligeros aires de superproducción (como la espectacularidad de las imágenes en exterior y la inclusión de set pieces de acción), “Asesinato en el Orient Express” es un film bastante teatral en su planteamiento del espacio escénico principal. Branagh aprovecha al máximo las posibilidades que le ofrece el tren como escenario de la trama principal, consiguiendo con ello un leve pero permanente estado de intriga bien conseguido. 

En cuanto a como adaptación, la propuesta de Branagh muestra un dramatismo del que carece la obra en la que se basa. Eso no es necesariamente malo, pero tampoco es necesario. En la novela, Poirot se toma la resolución final del caso de manera más pragmática, asumiendo de antemano que, en una confrontación entre lo justo y lo verdadero, debe prevalecer lo justo. En la película, sin embargo, Poirot toma esa confrontación de forma más conflictiva, como si hasta ese momento de su vida no se hubiese encontrado nunca con ese dilema, y para él lo verdadero siempre equivale a lo justo. Sin embargo ese aspecto también es positivo, pues hace evolucionar al personaje, para quien al principio todo es blanco o negro, pero finalmente acepta que el desequilibrio forma parte de la vida y de la propia condición humana debido a su inexorable imperfección. 


En la novela de Christie tampoco se hace mención alguna de la melancolía amorosa del protagonista que, en la película, Branagh insiste en mostrar, a pesar de que no aporta nada a la historia. Parece que Branagh trata de hacer de Poirot un personaje shekaspeareano, incluso regalándole un monólogo muy teatral, que aun así está bien, pero no deja de parecer algo forzado. 

Las actuaciones son impresionantes: la de Branagh, la de Penélope Cruz, la de Willem Dafoe, la de Judi Dench, la de Michelle Pfeiffer, la de Daisy Ridley, la de Derek Jacobi, la Johnny Depp... todas. La película en sí ya es una masterclass de interpretación, ofrecida por un reparto realmente solvente. 

En conclusión. “Asesinato en el Orient Express” es una muy buena adaptación de la novela homónima y una estupenda película en sí misma, que demuestra ser muy necesaria como nueva adaptación, con un estilo nuevo y llamativo, para dar a conocer a la generación millennial la obra de Chrstie en general y la mencionada novela en particular, y lo consigue, y sólo por eso ya merece un aprobado.

Mi calificación es: