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lunes, 31 de octubre de 2016

CRÍTICA LA CHICA DEL TREN (2016), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Sinopsis: Rachel coge cada mañana el mismo tren. Sabe que cada día se para en un semáforo rojo y que desde allí verá los jardines de atrás de una linea de casas. En una de esas casas vive una pareja que Rachel no puede evitar mirar cada vez que para el tren, le parece que tienen una vida perfecta. Hasta que un día ve algo que la deja de piedra. De repente todo cambia. Ahora Rachel tiene la oportunidad de entrar en unas vidas que hasta es momento sólo había observado de lejos.

Para hablar de la película que nos ocupa hay que empezar por la homónima novela que adapta, de reciente publicación, y que fue un gran éxito de ventas. Cuando salió publicada muchos compararon “La chica del tren” con “Gone Girl” cuando son totalmente diferentes. Mientras que “Gone Girl” era una crítica al modo de vida capitalista estadounidense, “La chica del tren” es una alegoría feminazi al desprecio a la entidad masculina. La forma no es mucho mejor que el hitchcockiano contenido, un relato estructurado por los puntos de vista de los personajes con alterada cronología temporal, recurso muy visto literariamente y confusamente usado por la autora de la novela.

La homónima adaptación cinematográfica de la novela termina por resultar decepcionante, y no porque sea una mala adaptación, al contrario, la película es insuficiente precisamente por una adaptación demasiado literal de una novela que no pasa precisamente por ser buena. La película no sólo copia el contenido, la historia, sin cambiar ni una sola coma, copia también la forma, y ahí reside el error del film.

La historia de la novela era potencialmente cinematográfica, no así la estructura con la que estaba escrito el relato. Al hacer una traslación literal de la estructura del relato al medio cinematográfico, la película se ve afectada por un ritmo monótono. Aunque el espectador asocia los tres puntos de vista de la misma historia, la película los narra como si fueran tres historias distintas que se van intercalando. Tate Taylor, que dirigió la excelente “Criadas y señoras”, parece haber dirigido “La chica del tren” desmotivado, sin ilusión, como si lo hiciera muy a su pesar. Taylor ha hecho en la película un copia y pega de la novela, no hace nada para que la película sea ni un poco distinta de la novela ni un poco mejor, ni cuece ni enriquece.


Al ser “La chica del tren” la adaptación de una novela, el atractivo no estaba en la historia, sino en cómo se plasmaba esta audiovisualmente, y aunque en el aspecto técnico se ha hecho bien, no es así en el guión. Primero no se entiende que en la película la historia la ambienten en Nueva York cuando la novela está ambientada en Inglaterra. ¿Porqué el cambio de escenario? Cuando en Hollywood hicieron su adaptación de “Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres” mantuvieron el escenario en el que se situaba la historia de la novela, Suecia, no la trasladaron a Nueva York. Sin embargo en “La chica del tren” cambian el escenario de Inglaterra a Nueva York sin ningún motivo, y es muy molesto, porque si estuviera justificado en la historia, si fuera necesario para la adaptación, estaría bien, pero podrían haber hecho la adaptación perfectamente en la ambientación que sitúa la novela.

Después la adaptación copia la estructura de la novela, y aunque en la novela la estructura funcionaba bien, independientemente de que esté usada con más o menos acierto, en la película se vuelve inconexo, hace que la película parezca una serie de mini-episodios seguidos en vez de un solo conjunto. La literatura y el cine son dos medios distintos que funcionan de manera distinta, si se pretende hacer una película de la manera en que funciona una novela termina por ofrecer un resultado insatisfactorio. Al hacer la adaptación de “La chica del tren” tendrían que haber estructurado la historia como está estructurada, por ejemplo, en “Rebeca” (Alfred Hitchcock, 1940), obviando el punto de vista de Megan y desarrollando su historia a través de los puntos de vista de los demás personajes, mostrando los diversos puntos de vista en el mismo plano y no en planos separados.


Visualmente la película compensa un poco su lastre estructural, todo el diseño de producción resulta muy identificable con lo que se imagina al leer la novela. El suburbio vecinal, el tren, el interior de las casas de los personajes, y el vestuario... la fotografía también aporta mucho a conseguir la fidelidad a lo que imagina el lector cuando lee la novela. Visualmente la fidelidad a la novela está bien conseguida.

Los actores son los que más consiguen levantar el interés que hace decaer la mala decisión de la estructura narrativa. Luke Evans está desaprovechado pero lo hace bien, es un buen actor y aquí le hecha ganas. Emily Blunt está grandiosa como la protagonista Rachel, fue una decisión de casting acertadísima, hace una muy buena actuación, muy buena. Edgar Ramírez no lo hace mal pero tampoco es el que más destaca. Justin Theroux, Haley Bennet y Rebecca Ferguson consiguen que sus personajes sean más interesantes y dimensionales en la película que en la novela. Y Lisa Kudrow, pese a salir sólo dos minutos, está magnífica. Que grandísima actriz es Lisa Kudrow (merecía como mínimo una nominación al Oscar a mejor actriz secundaria por “Wonderland”), en “La chica del tren” sólo sale dos minutos y consigue ser tan recordada como la protagonista.

En conclusión. “La chica del tren” termina por ser una incorrecta adaptación, considerando que podría haber sido bastante mejor que la novela y no era difícil, y una insuficiente película debido a un “quiero y puedo pero no me atrevo”.

Loe mejor: Emily Blunt y Lisa Kudrow.

Lo peor: Que Tate Taylor no estuviera tan motivado cuando hizo “La chica del tren” como cuando lo estuvo cuando hizo “Criadas y señoras”.

Mi calificación es: