[ÚLTIMAS CRÍTICAS] [DRAGSTER-WAVE.BLOGSPOT.COM.AR]

miércoles, 19 de octubre de 2016

CRÍTICA SNOWDEN (2016), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

Oliver Stone muestra con “Snowden” estar identificado con el susodicho personaje, y hay motivos para que sea así, pues el Oliver Stone de joven es fácilmente comparable al Edward Snowden también en sus años mozos. Ambos eran de derecha convencidos, patriotas de bandera, que entraron en el ejército para proteger a su país, y que fueron desengañados al ver que aquellos que les mandaban, aquellos a quienes obedecían, no protegían a su país sino todo los contrario. Toda la película resulta una carta de admiración y devoción de Stone a Snowden, pero el final de la película llega a unos extremos de que parece una carta de amor, casi parece que Stone está más enamorado de Snowden que la novia de éste (interpretada en la película por Shailene Woodley, la protagonista de las películas de “Detergente”, y sorprende descubrir que la chica sabe actuar).

La dirección de Stone en “Snowden” resulta tan atractiva como la que mostró en “JFK: caso abierto” (salvando las distancias entre ambas películas), y tiene mucho mérito, porque como poco es complicado hacer más de dos horas de épica conspiracional con monitores de ordenadores, superprocesadores, sistemas informáticos y demás. Michael Mann ya lo intentó en “Blackhat” y a ratos no le salía bien.

Cabe destacar la fotografía de Anthony Dod Mantle (“En el corazón del mar”, “Rush”), cuyo trabajo en “Snowden” hace que la película luzca potente visualmente, en especial la trama que sucede en Hong Kong y todas las escenas de Snowden con su superior Corbin O'Brian.

Son muy disfrutables las estupendas actuaciones de Melissa Leo, Zachary Quinto, Rhys Ifans, Tom Wilkinson, Timothy Olyphant, Shailene Woodley y de un Joseph Gordon-Levitt muy bien caracterizado como Edward Snowden. También sale Nicolas Cage, que hace una buena actuación pero está desaprovechado. Resulta evidente que Stone quería a Cage en la película porque le vio en “Dying of the light” y le encantó su actuación, pero podría haberle sacado más provecho.


Para quien no conozca la historia, Edward Snowden era un administrador de sistemas informáticos que trabajaba para la CIA y la NSA, dónde descubrió que, cubiertos por el gobierno de George W. Bush, los servicios de inteligencia y espionaje estadounidenses recababan datos de usuarios de Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, Skype, YouTube y Apple entre otros. Pinchaban comunicaciones informáticas, no sólo públicas sino también privadas, de millones de personas de todos el mundo, incluyendo ciudadanos estadounidenses, violando la intimidad y el secreto de comunicaciones de dichos ciudadanos ilegalmente y sin consentimiento de los ciudadanos ni del poder legislativo y a veces sin control gubernamental. En 2013 Snowden filtró a periodistas de The Guardian los programas de espionaje informático que usaban la CIA y la NSA, y tuvo que exiliarse a Rusia al ser perseguido por la justicia de su país por desvelar secretos de “seguridad nacional”.

La película arranca con la reunión clandestina que Snowden mantiene con dos periodistas de The Guardian y la documentalista Laura Poitras, que graba el material con el que posteriormente montará el documental “Citizenfour”, en una habitación de un hotel en Hong Kong. A partir del presente de éste inicio la narración de la conspiración se alterna con el pasado del protagonista, cómo entra en los servicios de inteligencia y espionaje de su país, sus trabajos para la CIA y la NSA tanto en Estados Unidos como en otros países, su romance con Lindsay Mills, y el progresivo cambio de conceptos sobre su país. Esto hace que la película sea más dinámica que no si hubiera tenido una narración puramente cronológica, la narración que muestra la película hace que resulte interesante 134 minutos de conspiraciones informáticas.

Al igual que “B” el más reciente trabajo de Oliver Stone es una película oportuna y necesaria por cuan inmediata y próxima a los hechos reales resulta. “Snowden” no sólo termina por ser una propuesta de denuncia política, y un thriller dramático muy bien conseguido, sino que es una película que da mucho miedo precisamente porque la historia que cuenta no es ficción, muestra que se ha hecho realidad la peor pesadilla orwelliana, el “Gran hermano”, ejemplificado en una escena de la película realmente inquietante.


Todo esto no es nuevo. Muchas películas, como la premonitoria “Enemigo público” (Tony Scott, 1998), ya planteaban un supuesto igual o muy parecido. Ese supuesto se ha visto convertido en realidad a raíz de los atentados del 11-S. Los neoconservadores y los neoliberales (que se diferencian de los neoconservadores en nada) consiguieron tomar el timón de la política exterior de los Estados Unidos después del 11-S, que metió el miedo a la gente, y ese miedo fue utilizado como disposición de los estadounidenses a derramar sangre y gastar su dinero en el otro extremo del mundo.

Cuando la derecha de Occidente (sobretodo la de Estados Unidos, dónde no hay una verdadera izquierda) consideró deber patriótico aumentar ilimitadamente cualquier déficit público para financiar dos guerras, el bienestar social fue eliminado por el imperialismo que comporta la doctrina del choque. Hubo un pensamiento único que tomó el 11-S como coartada para imponer un nuevo orden militarista, imperialista y despiadado, pero sobretodo una continuación de las represivas y totalitarias decisiones de la administración Bush, que aprobó normativas organizadas en torno a un departamento de seguridad nacional, que fueron la causa de violaciones de derechos humanos.

La administración Bush era el gran defensor de Estados Unidos contra el imperio del terror de los terroristas, cuando el verdadero imperio del terror era la administración Bush. Quienes osasen criticar la política del gobierno del Bush por la violación de derechos humanos y sus guerras ilegales se declaraban aliado de los terroristas y enemigos de su país, y contra ellos valía todo. Para controlar a los que se atrevían a contradecir o cuestionar las decisiones del gobierno, la administración Bush hizo que la CIA y la NSA, en nombre de la seguridad nacional, espiaran las comunicaciones de todos los ciudadanos que protestaran contra las violaciones de derechos humanos cubiertos por el ejecutivo de Bush, y luego a todos los ciudadanos en general, no sólo del país sino del mundo entero, incluyendo políticos de otros países, con la excusa de buscar terroristas.


La poderosa maquinaria propagandística puesta en marcha después del 11-S llegó a convencer a los estadounidenses que para defenderse del terrorismo habían de condonar violaciones de derechos humanos y hasta renunciar a garantías constitucionales. Una gran parte de los estadounidenses creen aún que el penal de Guantánamo, las detenciones arbitrarias y sin derecho a defensa, el encarcelamiento indefinido y sin proceso legal, juicio ni sentencia, e incluso la aplicación de la tortura han sido necesarias y lo siguen siendo para defender la democracia. Los estadounidenses han llegado a creer que hace falta violar los derechos humanos para defender la democracia cuando es precisamente la violación de los derechos humanos lo que lleva a un país a dejar de ser una democracia, han llegado a creer que hay que combatir al enemigo renunciando precisamente a aquello que temen que el enemigo les arrebate.

Finalmente ha quedado patente que el enemigo que ha acabado con el sistema de libertades y democracia en Estados Unidos no han sido los terroristas de Oriente Medio sino el propio país, renunciando a la libertad y a la privacidad en pos de una seguridad inexistente precisamente por esa renuncia a libertad y a la privacidad. Muchos acusan a Snowden de traidor por lo que hizo, de antipatriota, pero Snowden no sólo es un patriota, sino uno de los últimos patriotas de su país. Snowden descubrió que ser patriota no es defender a tu país incluso de la gente de tu país, sino defender a la gente de tu país incluso de tu propio país. Snowden sacrificó una vida holgada y tranquila para que los ciudadanos de su país descubrieran la verdad de lo que les hacía su país.

Esta película puede presumir de igual valentía, pues no vacila en denunciar las actuaciones ilegítimas e ilegales de los servicios de espionaje de Estados Unidos. Al contrario que en “The fifth estate”, dónde crucificaban al mensajero por denunciar los abusos de los poderes gubernamentales y multinacionalistas, en “Snowden” Oliver Stone defiende al denunciante y pone al descubierto al criminal.

Lo mejor: Las actuaciones de Rhys Ifans y Joseph Gordon-Levitt.

Lo peor: Que sea una historia real.

Mi calificación es: