Sinopsis: El padre de Ella, un comerciante, vuelve a casarse tras la muerte de su madre. Ella quiere dar gusto a su padre y acoge con cariño a su nueva madrastra y a sus hijas Anastasia y Drisella en la casa familiar. Pero, cuando el padre de Ella muere inesperadamente, la joven se encuentra a merced de una nueva familia celosa y cruel. Al final, Ella queda relegada a ser una sirvienta cubierta de ceniza, por lo que le ponen el triste nombre de Cenicienta. Pero no pierde la esperanza y a pesar de la crueldad con la que la tratan, está dispuesta a cumplir con las últimas palabras de su madre que le dijo que debía ser “generosa y amable”.
2.015 está resultando un año cinematográficamente muy decepcionante. De once películas de éste año que he visto, nueve son una porquería, y las otras dos no las puedo considerar excelentes. Y no, “Cenicienta” no es una de esas dos. Me entristece que Kenneth Branagh muestre un trabajo de dirección tan lamentable. Reconozco que he visto más al Branagh actor que al Branagh director, pero me consta que sabe dirigir bien, de manera que no alcanzo entender un trabajo tan vulgar.
Después de “Alicia en el país de las maravillas” de Tim Burton, “Blancanieves (mirror, mirror)”, “Blancanieves y la leyenda del cazador”, “Oz, un mundo de fantasía”, “Jack el cazagigantes” y “Maléfica”, llega otro irrelevante y saturadísimo de efectos digitales replanteamiento de un cuento infantil o película animada de Disney. “Cenicienta” de Kenneth Branagh es la trillonésima adaptación del cuento de los hermanos Grimm o adaptación en imagen real de la película de Disney que cuenta por trillonésima vez la misma historia que han contado por trillonésima vez de la misma manera.
Ésta tediosamente lenta versión de “Cenicienta” resulta un catálogo de todos los progresistas mensajes y lecciones que Disney suele enseñar a los niños y niñas en sus películas para que lo arrastren hasta la madurez como modelo a seguir en la vida. A saber. Las chicas sólo se fijarán en ti si eres hermosamente atractivo, vistes con ropa de marca, tienes un cuerpo atlético, unos luminosos ojos azules y unos dientes tan perfectos como los que lucen en los anuncios de Colgate Sensitive. Chicos así sólo se fijarán en ti si estás muy buena. Si eres una mujer sometida a abusos, insultos y menosprecios constantes que te desmoralizan y anulan tu confianza en ti misma, la solución es ser “generosa y amable” con los que te tratan así. La monarquía es justa y bondadosa en un reino dónde no hay ciudadanos sino súbditos porque no hay parlamento, por lo tanto la monarquía ostenta todo el poder político y no permite que los habitantes del reino determinen los poderes del estado y la forma de estado mediante elecciones y referéndums, y malgasta y desperdicia el dinero de los impuestos de los habitantes del reino en suntuosas y aristocráticas fiestas dónde el príncipe es obligado a elegir a una mujer con la que debe casarse a la fuerza y en contra de su voluntad por los egoístas caprichos de su moribundo padre que antepone la imposición dictatorial y antidemocrática de una monarquía arcaica que se va de caza con los impuestos de la gente a la felicidad de su hijo aunque al final cambia de idea porque sí.
Unos decorados y un vestuario inspirados no, copiados de “Frozen”, no ocultan ni corrigen el malestar de ver a Helena Bonham Carter haciendo otra de sus irrelevantes e insípidas actuaciones muy secundarias que hace a cambio de un suculento cheque, como en “El llanero solitario” o “Terminator Salvation”. Su personaje de hada madrina tampoco se hace querer mucho. Ayuda a Cenicienta con una calabaza, un par de lagartos y un vestido nuevo, pero no se le ocurrió ayudarla durante los años en que fue maltratada y humillada por su madrastra y sus hermanastras. Bien podría haber usado su “Babadi Bubidi Du” para llamar a los servicios sociales y usar su varita para algo más que digievolucionar animales y hacer encantamientos que sólo duran un par de horas sin ningún motivo aparente.
En conclusión. “Cenicienta” de Kenneth Branagh termina por ser una sosa y olvidable película que carece de motivos para verla otra vez, con un ritmo que se alarga y se vuelve irritantemente más lento a medida que avanza el film, y consigue ser la obra más impersonal del director, que teniendo en cuenta sus últimas películas tiene mérito.
Lo mejor: La escena del baile, excelentemente filmada (de hecho, lo único excelentemente filmado de la película).
Lo peor: Que no aporta nada nuevo, y llega a ser irritante de lo irrelevante a innecesaria que resulta.
Mi calificación es: