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miércoles, 4 de septiembre de 2019

CRÍTICA CUENTOS DE TERRAMAR (2006), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

“Cuentos de Terramar” está basada en el tercer y cuarto tomo de la serie de novelas “Historia de Terramar”, saga literaria de fantasía de la que sólo ha leído el primer volumen, “Un mago de Terramar”, y que fue escrita por la autora norteamericana Ursula K. Le Guin, que falleció el año pasado a los 88 años. 

Esta película anime producida por Studio Ghibli iba a ser dirigida por el maestro Hayao Miyazaki, que ambicionaba realizarla desde antes incluso de hacer “Nausicaä del valle del viento”. Finalmente no pudo hacerse cargo del proyecto por encontrarse ocupado haciendo “El castillo ambulante”, de modo que la dirección de la película recayó en manos de su hijo, Goro Miyazaki, a quien en principió sólo se le encargó la escritura del guión. 

“Cuentos de Terramar” fue la primera película de Goro Miyazaki como director, y, a pesar de su escasa o no extensa experiencia en el ámbito del anime, cabe reconocer que el resultado final del film no tiene nada que envidiar a las películas de su padre. Éste hecho es sorprendente no sólo por la nula práctica previa de Goro Miyazaki dirigiendo proyectos audiovisuales, sino también por la prisa en la producción de la película, que se hizo en apenas nueve meses, cuando Hayao Miyazaki suele tardar como poco el doble en realizar una de sus obras. Aun así, los 22 millones de dólares que se invirtieron en “Cuentos de Terramar” confirman la confianza que tenían depositada en el proyecto y en su director. 


La película empieza con un barco mercante siendo azotado por una fuerte tormenta. El capitán del buque está mosqueado porque el mago que les acompaña se ve incapaz de usar la magia para controlar el viento y la lluvia, y no sólo eso, la tripulación divisa dos dragones, lo cual parece ser muy extraño al menos en la zona geográfica en la que se encuentran, y lo que es todavía más insólito, los dos dragones se pelean entre ellos, dándose muerte el uno al otro. 

Como comienzo no está mal. Pero ahí no termina la cosa. El rey es informado de éste suceso, y de otros igual de extraños y negativos que suceden por toda Terramar. Estos acontecimientos parecen ser el preludio de algo que auguran mucho más terrible. Muchos magos empiezan a perder su magia, hay epidemias en ciudades... El rey, mostrándose dominante de la situación en la corte, ordena una serie de medidas para tratar de averiguar qué ocurre exactamente, porqué ocurre y qué se puede hacer para remediarlo. Es tanta la imponencia del rey que parece que éste personaje será el protagonista de la película. Pero, antes de que el rey pueda hacer nada más, es atacado por su hijo de 17 años, que lo hiere mortalmente, clavándole un puñal en el pecho, y le roba la espada. 

¡Qué manera de empezar una película! De repente muchas preguntas pasan por la cabeza del espectador. ¿Porqué es ese chico aparentemente psicópata el protagonista? ¿Porqué razón ha matado a su padre, quien parecía tan buena persona y tan buen gobernante, y luego le ha robado la espada? ¿Porqué los dragones se matan los unos a los otros? ¿Porqué los magos olvidan su magia? ¿Qué conexión hay entre estos hechos? 


El príncipe huye de la capital escapando de su atroz crimen, y, en el trayecto, se encuentra con el recientemente nombrado archimago Gavilán, que le salva la vida. Gavilán se encuentra en solitaria y discreta misión para averiguar la causa del desequilibrio de la existencia y tratar de reparar el daño que se haya producido. El archimago propone al príncipe compartir el viaje, y juntos emprenden en los días siguientes una aventura que determinará el futuro y la existencia de Terramar. 

“Cuentos de Terramar” es una película que engancha desde el principio hasta el final, por varios motivos. El primero es los personajes, tanto los buenos comos los malos. Es cierto que, salvo el protagonista, los demás personajes están dibujados de manera maniqueista, pero no por eso su construcción es menos acertada. Los personajes protagonistas siempre consiguen despertar en el espectador emociones que condicionan un mayor interés en lo que ocurre en la historia de la película. Therru, por ejemplo. Es imposible no sentirse conmocionado por la canción que canta la chica a mitad de la película, y no nos hace falta que Gavilán explique nada sobre el personaje, no es difícil imaginar su pasado al ver su comportamiento social. El espectador no puede evitar sentir lástima y afecto por Therru. 

El segundo motivo por el que la película genera interés es por la motivación de los personajes principales, todos actúan movidos por el miedo, sobretodo el protagonista. El príncipe, Arren, intenta huir de su propia sombra, de su propia oscuridad (prueba que ya tuvo que supera Gavilán en la novela “Un mago de Terramar”). Therru se resiste a relacionarse con otras personas temiendo el daño que estas le puedan causar. Y el villano, Cob, procede malvadamente por el miedo que tiene a la muerte. “Cuentos de Terramar” es una película que trata sobre el miedo, y sobre cómo lo afrontamos, algunos superándolo y otros sucumbiendo a él, unos aceptando la causa de su miedo y otros rechazándolo y tratando inútilmente de huir de él. 


Otro motivo por el que apasiona la película es su historia y el contexto en el que esta se desarrolla. Normalmente en las películas se desarrollan historias pequeñas en contextos pequeños (“Beasts of the southern wild”, por poner un ejemplo), o historias grandes en contextos grandes (“El señor de los anillos”, por poner otro ejemplos). Sin embargo, a veces se desarrollan historias grandes en contextos pequeños (véase, por ejemplo, la saga “Millennium”), o, como es el caso de “Cuentos de Terramar”, historias pequeñas en contextos grandes. 

En la película de Goro Miyzaki se plante una situación muy grave y conflictiva, el mundo se desmorona lenta pero sucesivamente, es un entorno donde pesa una sensación de constante preocupación. Éste retrato es fácilmente comparable con, por ejemplo, el inicio de la epidemia de la peste negra en Europa a mediados del siglo XIV. Dicho contexto ambicioso invita a pensar que la historia que se narra será igual de grandiosa, y al principio parece que la película irá en esa dirección, con el ataque de los dragones y el asesinato del rey. Sin embargo, pasada la introducción, la historia se vuelve intimista y pequeña. Mientras que películas con contextos ambiciosos tienen muchos personajes principales (poniendo un ejemplo, en “Harry Potter” hay más de veinte personajes principales), en “Cuentos de Terramar” apenas se cuentan seis. La resolución de tan vasta contextualización depende de un pequeño grupo de personas, el resto del mundo ignora que su futuro se está determinando en una lucha entre seis personas. 


En muchas películas con un contexto ambicioso éste se resuelve en una gran batalla final entre fuerzas opuestas en la que participan o se ven involucrados todos o la mayoría de los numerosos personajes principales (“Las crónicas de Narnia”, “Gangs of New York”, “Vengadores: Endgame”, etc). Sin embargo, “Cuentos de Terramar” no pide ni necesita de ninguna gran batalla como clímax, le basta con una simple lucha entre seis personajes, y no por ser una simple pelea se minimiza la importancia y la gravedad de dicho enfrentamiento, al contrario, el hecho de que el destino del mundo se decida en una contienda tan íntima y reducida hace más emocionante y sobrecogedor tanto el clímax como el conjunto de la historia. 

En conclusión. “Cuentos de Terramar” no se debe ver sólo como una película de Studio Ghibli (lo cual, ya de por sí, da bastante garantía de calidad). Independientemente de eso, esta obra es también una conmovedora propuesta construida con un grandioso escenario de fantasía y la vez con una pequeña historia intimista. Cabe añadir a eso una animación muy bien trabajada y una composición musical tan inolvidable como emotiva.

Mi calificación es: