[ÚLTIMAS CRÍTICAS] [DRAGSTER-WAVE.BLOGSPOT.COM.AR]

viernes, 25 de septiembre de 2020

CRÍTICA TENET (2020), POR ALBERT GRAELLS

SISTEMA DE CALIFICACIÓN: ☆ MALA BUENA MUY BUENA EXCELENTE

“Tenet” es la más reciente película de Christopher Nolan, escrita y dirigida por él. Es un ejercicio cinematográfico que combina el thriller de espionaje con la acción y la ciencia-ficción. No es la primera vez que Nolan prueba esta fórmula, ya lo hizo con “Inception” y con mejores resultados. 

Nos encontramos en esta ocasión con la, para quien escribe, más endeble propuesta del director (sin contar su ópera prima, “Following”, aún no visionada por el arriba firmante). No por eso es una mala película, pero tampoco está cerca de ser notable. 

“Tenet” es una propuesta lastrada por su pretenciosidad y grandilocuencia, y eso lo reconoce la propia película ya en su primera escena, que ocurre en una ópera, un escenario donde se suelen representar grandes obras que requieren de una desmedida logística de producción, como ocurre en la cinta de Nolan. 

Precisamente en la ópera, que volveré a mencionar cuando hable del cuadrado de sator (o cuadrado de rotas), es donde ocurre la primera secuencia de acción de la película. “Tenet” empieza ya con acción, y no es algo inusual en el cine de Nolan. “The dark knight”, “Inception” y “The dark knight rises” también tenían un comienzo potente, y además es un momento bastante parecido a otras escenas de sus películas, como cuando en “The dark knight” Joker y sus secuaces irrumpen en el ático de Bruce Wayne y secuestran a los invitados en la fiesta, o cuando en “The dark knight rises” Bane y sus secuaces irrumpen en un partido de rugby secuestrando todo el estadio. 


El principio de “Tenet” está inspirado (que no basado) en la toma de rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú ocurrido en 2002. De hecho, tan inspirado está en ese suceso que quien escribe pensó de primeras que Nolan empezaba la historia de la película precisamente en ese secuestro real y lo estaba recreando. 

Recordar que ese secuestro fue perpetrado por 50 terroristas chechenos que retuvieron a 850 personas presentes en ese teatro y amenazaban con matarlas a menos que se cumplieran sus demandas. Vladimir Putin, para evitar que los terroristas mataran a los rehenes, decidió hacerlo él mismo, supongo que lo creyó más deportivo, y los gaseó para que murieran asfixiados y así los secuestradores se quedaran sin rehenes y Putin pudiera matarlos sin miedo a que mataran los rehenes. Al final no murieron todos los rehenes, “sólo” 130, Putin se quedó con las ganas de matar al resto, pero todos los secuestradores murieron a tiros, también los que habían caído inconscientes al respirar el gas. 

El inicio es un anticipo de lo que se ve durante el resto del film, y no sólo narrativamente, pues funciona como una especie de prólogo en una película de James Bond, sino también en el aspecto de la acción. El comienzo es trepidante, pero las demás escenas de acción no lo son menos. De hecho, llegan a ser incluso confusas, aunque visualmente están excelentemente resueltas. 

La secuencia de la ópera define claramente el conjunto de la película. Estructura y trama claramente jamesbondiana, y una narrativa y escenografía laberíntica. Los pasillos de la ópera recuerdan a un laberinto tanto como los del almacén clandestino en el aeropuerto de Oslo. A Chris Nolan le gusta mucho los laberintos. De hecho, el logo de Syncopy, la productora que fundó con su esposa, es un laberinto. Se puede evidenciar la fascinación del director por los laberintos a lo largo de su filmografía, no sólo narrativa sino también escenográficamente. Nolan juega con el espacio escénico, incluso con el más mundano, para convertirlo en un laberinto. Por ejemplo, en “Batman Begins”, cuando Bruce Wayne es sometido a la prueba en la que debe vencer a Ra's al Ghul, los demás miembros de la Liga de las Sombras, todos ataviados con las mismas oscuras corazas, se mueven alrededor de él y quedándose quietos en formación para ocultar a Ra's. En otras palabras, forman un laberinto. 


Como algún día a Nolan le dé por coger trasbordo en el metro de Barcelona, el tío va a flipar. Hará una película de eso, la rodará en 140 milímetros, Marion Cotillard interpretará a Ada Colau y Michael Caine a Ernest Maragall. 

“Tenet” concentra la obsesión de Nolan por los laberintos incluso en el título, que hace referencia al cuadrado de sator, un multipalíndromo formado por cinco palabras de cinco letras cada una escritas a las vez en vertical y horizontal, siendo tenet el vocablo central: sator, arepo, tenet, opera, rotas, siendo opera y rotas términos invertidos de sator y arepo. En otras palabras, el título de la película define la misma, es un laberinto, un palíndromo narrativo y visual. 

En “Tenet” Nolan ha llevado el tema del laberinto en la trama tan lejos que el espectador llega a perderse, al menos durante el primer visionado. Y no resulta tanto por la complejidad narrativa, que también, sino por los agujeros de guión o por las preguntas sin responder, propio, por otra parte, del subgénero de viajes por el tiempo. Sin embargo, las supuestas incoherencias en la trama son producto mayormente del hecho que la historia de Tenet es mucho más extensa de lo que se muestra en la película. 

Para entenderlo mejor. La historia de Tenet que Nolan tiene en la cabeza daba, por lo menos, para una primera temporada de una serie, como “Westworld”, escrita por Jonathan Nolan, hermano de Chris Nolan. A pesar de ello, por algún motivo, en vez de hacer una serie, Nolan decidió hacer una película. Pero es tanta la complejidad y la extensión de la historia de Tenet que Nolan tiene en su cabeza que no alcanza a contarlo todo en una película, ergo hay hechos o situaciones que necesitan de una explicación para ser entendidas y, al no caber dicha explicación, no se acaba de entender esos hechos o esas situaciones. 


Cabe hacer una comparación con el manga “Shingeki no Kyojin”. En dicha publicación la historia que se cuenta también es muy extensa y compleja, mucho, muchísimo. Y también juega mucho con el tiempo, en la historia de “Shingeki no Kyojin” se va mucho del presente al pasado y del futuro al presente. Sin embargo, a pesar de la riqueza de dicha historia relativa a su extensión y también complejidad, el lector no se pierde, y no lo hace porque la publicación se toma el tiempo necesario para contar toda la historia. Si en vez de mostrarlo en un manga que ya va por el número 132, el autor de “Shingeki no Kyojin” tratara de explicar la historia que tiene en la cabeza en una película de dos horas y media, le saldría algo como “Tenet”. 

No es extraño, entonces, que el espectador no entienda según qué cosas, entre que unas están contadas laberínticamente y otras simplemente no se muestran, y el batido de inspiraciones tampoco ayuda. Nolan repite en “Tenet” otra manía que ya mostró en, por ejemplo, “Interstellar”, en la que mezcló “Solaris” con “2001: Una odisea del espacio”. Y aquí hace lo mismo. “Tenet” es una película de James Bond (son claras las referencias a “La espía que me amó”) a la que Nolan le ha añadido elementos de “Primer” (Shane Carruth, 2004), “Déjà vu” (Tony Scott, 2006), “Código fuente” (Duncan Jones, 2011), “Looper” (Rian Johnson, 2012) y “Predestination” (Michael y Peter Spierig, 2014), entre otras relacionadas con los viajes en el tiempo. Y el problema es que no son sólo referencias u homenajes, como suele hacer Tarantino, son inspiraciones claras y evidentes, y de un par de películas está bien, pero metiendo tanto de tantas películas, sin ser necesario, el espectador está más pendiente de asociar inspiraciones a x películas que de seguir una trama ya de por si narrada con bastante complejidad. 

Nolan se pierde en la grandilocuencia, anteponiendo la forma al contenido. Desde “The dark knight” que parece ser incapaz de explicar cualquier historia con menos de cien millones de presupuesto. Y parece que historias como “Inception”, “Interstellar” o “Tenet” son tan grandiosas que es necesario de un presupuesto igual de grande para mostrarlas visualmente, pero no es así. La historia de “Solaris” es tan grandiosa como la de “Interstellar”, que Nolan la rodó con 165 millones de dólares y centenares de efectos visuales, mientras que Tarkovski hizo “Solaris” con menos de un millón de dólares y cuatro efectos visuales. Nolan, en “Tenet”, con 205 millones de dólares de presupuesto, dos horas y media de duración, e impresionantes escenas de acción, cuenta absolutamente lo mismo que contó Carruth en “Primer” 16 años antes, con 7 mil dólares de presupuesto, y rodando en el garaje de su casa con sus amigos como actores. Decía Robert Bresson que, cuando un violín es suficiente, no emplear dos. El problema es que Nolan, para contar algo que se puede contar con un violín, no usa dos violines, ni tres, ni cuatro, usa cincuenta orquestas sinfónicas. 


Hay un elemento interesante en la película, que no llega a ser un defecto, pero resulta muy llamativo, y es la relación de personajes. Por un lado tenemos la relación profesional entre el protagonista (John David Washington) y Neil (Robert Pattinson), y por otro la relación personal entre Sator (Kenneth Branagh) y Kat (Elizabeth Debicki). Lo llamativo está en que la segunda relación es mucho más interesante y está mejor construida que la primera, el espectador quiere ver más a Sator y Kat que a Prota y Neil. Hay una clara descompensación entra las dos relaciones que no favorece a la película. 

En cuanto a interpretaciones, John David Washington no es un mal protagonista, pero, personalmente, el autor de esta crítica hubiese preferido, por ejemplo, a Joseph Gordon-Levitt. Robert Pattinson demuestre que él es mucho más que el Edward de “Crepúsculo”. Michael Caine está estupendo incluso haciendo apenas un cameo. Elizabeth Debicki se come la pantalla. Y Kenneth Branagh está para que le nominen al Oscar, porque su actuación es extraordinaria. 

Curiosamente, el personaje de Sator, una suerte de villano jamesbondiano, hace de “Tenet” la segunda película relevante de éste año en la que se retrata, a través del antagonista, la violencia machista (siendo la otra “El hombre invisible). Ambas películas dejan muy claro lo que ha de hacer una mujer con una pareja que la maltrata; cargárselo, y a vivir la vida. 

En conclusión. “Tenet” no es una mala película, ni mucho menos, de hecho está excelentemente realizada y es disfrutable, y la música y la fotografía son de 10, al igual que el trabajo de sonido y los efectos visuales. Sin embargo, no es la mejor película de Chris Nolan, más bien al contrario. Ni siquiera es la mejor película de acción del año (ese lugar lo sigue ocupando la producción de Netflix “Extraction”). Termina siendo una propuesta perjudicada por la gratuita grandiosidad a nivel de logística de producción y argumentalmente atragantada por la cantidad de historia que quiere contar en tan poco tiempo. “Tenet” es buena, sí, pero también algo decepcionante. 

Mi calificación es: